Opinión

Hoz de filo Bellota

Manejar una nueva herramienta significa transformarse en ella, fusionarse en espasmos de nuevas sinapsis cerebrales. Una herramienta, cualquiera, nos hace desconectar la mente inconsciente y así fundirnos con el proceso. Una herramienta nos permite hacer la tarea hasta que nosotros mismos somos la propia tarea. Con la bicicleta, he terminado por ser uno, y conduzco desde el esternón o el ombligo, porque ambos somos la misma materia rodante. Con el procesador de textos, me convierto en el teclado y los comandos, en el destello del puntero y la herramienta de selección para amputar palabras y corregir gramática. 

Estos días que la primavera empuja al invierno he regresado a la hoz. A esa pieza de tecnología milenaria que, con sólo empuñarla, uno descubre que ya sabía manejar perfectamente, permitiendo al instinto una eficiencia de vidas pasadas. Tan sólo hay que permitir que corte las zarzas el anterior que nos habita. Con esta hoz he preparado la cama para nuevos árboles que serán bosque. 

La hoz es el símbolo del progreso, y con ella empezó la diferencia: los ricos que acumulan y los pobres que siegan. Con la hoz dejamos de ser felices grupos de recolectores errantes y nos asentamos en lugares por donde veíamos salir el Sol cada día desde el mismo cerro. La hoz somos nosotros mismos: un pedazo de hierro curvado como una mano y un mango de madera que se encarna en el brazo. 

En el estruendo de los sábados, cuando el paisanaje enciende sus máquinas a motor y, en una organización desorganizada, destruye el país recebando de cemento muros milenarios, talando árboles ancestrales y hormigonando la vida desde una fealdad insoportable, yo manejo mi hoz silenciosa. Afilo y siego con la música del aire y regreso a ese río de humanidad que ha transformado el mundo en civilización hasta que la civilización se ahogó en sí misma. Con esta hoz siento la fuerza de todas las manos previas que agarraban hoces. Manos con más verdad que esas manos eficientes que también nos salen de adentro cuando manejamos cualquiera de esos gizmos electrónicos que, dicen, son imprescindibles.

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