Opinión

Taburete campesino de castaño

Taburete campesino de castaño
photo_camera Taburete campesino de castaño

No me canso de decirlo. Tengo la fortuna de acompañar objetos hermosos. Todos la tenemos. Objetos que estaban antes que nosotros y nos permiten usarlos este tiempito entre dos eternidades que nos dura la cuerda. Objetos que traen la verdad de otros y también nosotros ayudamos a cargarse de algún tipo de verdad. Son estas las presencias que nos hacen sonreír desde el rincón que habitan. Cosas indeterminadas con quienes compartimos sueños y que nos devuelven a un lugar tierno con sólo contemplarlos.

Me sucede cada noche de invierno al sentarme en este taburete junto a la estufa. Ahí. Es justo ahí. Cuando el sol se retira para dar espacio a la sombra. Cuando el humano de antes de la luz eléctrica cedía el espacio a las fieras con las que nos hemos repartido el espacio y la luz y calentamos los huesos paladeando lo que queda de jornada. Este pequeño taburete está hecho para saborear esos momentos de fuego y pensamiento. Apenas cuatro patas cortadas a navaja sobre dos trozos de leño y un tabloncito en el que reposar el cuerpo. Un soporte donde apoyar el esfuerzo de estar vivo y transformarlo en alimento, en compañía, en canción. 

A pesar de ser un objeto humilde,o precisamente por eso, este taburete tiene un aire solemne. Está hecho de madera de castaño, la madera mágica de ese árbol mágico que todavía habita sotos centenarios en esta provincia-geriátrico libre de eucaliptal. Tampoco lo han picado los insectos a quienes la vida ha encomendado la tarea de alimentarse de árboles caídos. Es un taburete pero, sobre todo, el regalo de una amiga que cambió su casa en la montaña por una vida abierta en horizontes. Antes que suyo, habría sido el taburete de unos labradores y antes que estos, de otros. Cuando le tocó venir conmigo, lo tuve unos días en el congelador para purificar su madera y un buen amigo reparó las heridas del tiempo. Cuando avivo las brasas, me siento en él y siento que, cuando yo me convierta en rosal, seguirá sosteniendo otros cuerpos y otros sueños.

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