Opinión

Peña de la amistad - Bar Túnel

Cuando Álvaro Rodríguez Casasnovas “Alvarito” me habló del festejo taurino que había celebrado la Peña de la Amistad del Bar Túnel en el año 1959 y de quiénes eran los espadas y cuadrillas, me entusiasmó de tal manera, que puedo decir que lo acosé telefónicamente. Pido perdón. Y es que me vinieron a la memoria viejos amigos, muchos de ellos ya desaparecidos, que conformaban el Ourense de aquellos tiempos. Ourensanos de relieve y que hace años fueron sus protagonistas con actos de humor y simpatía.

Se habla en el programa de la colaboración técnica del “niño Pepín”, que aparte de su “saber” en los toros, cosa que yo desconocía, estaba muy vinculado al baloncesto y era el director de Calzados Layton, tienda situada, más o menos, enfrente del entonces Gobierno Militar, hoy Delegación de Defensa en la calle del Paseo.

Se cita también a Nemesio Pereira, del Puente, que fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Orense, persona muy conocida, agradable en el trato. Había sido anteriormente director del Banco Occidental en la avenida de La Habana.

De José Aguirre, que dirigía el Almacén de Ferretería, y su hermano, Antonio Aguirre, abogado y muy conocido, hombre popular donde los haya que había sido concejal también de la Corporación Municipal; Manolito del Río, de Repuestos Del Río, en la entonces calle Capitán Eloy, hoy Concordia; Félix Feijoo, persona bondadosa donde las hubiere, motorizado siempre en Vespa, funcionario de la Caja de Ahorros; Álvaro (Alvarito) “el sin apetito”, llamado así porque era todo lo contrario. Marcial Feijoo, “el rey del anzuelo”, futbolista ourensano conocido también por Marcial “Chulo Valiente”, como le llamaba el “Toniño”. Lombardero, un gran corpachón “ñiascas” alto, encargado del arrastre. Luis Sefer, pañero en el fondo de la Plaza Mayor. Cendón, “el rey del motor”, jefe de enfermeras. Darío Carnicero, “primer espada”. Cornetín de órdenes, “el rey del juanete”, Mariano del Bar Túnel, hombre de complexión fuerte, con una gran humanidad, muy conocedor del mostrador. “El Niño de Berán”, Elesban. “Troncoso gaseado”, gaseosas. Bao, funcionario de Hacienda, “el Soberano”, Andrés Eire almacenista, Víctor “Eléctrico”, “Norbertito” comisionista. Persona muy simpática y gran improvisador. Iba andando por la calle de improviso se separaba de sus amigos, veía un charco de agua y aprovechaba el paso de una “chica cursi” daba un salto ridículo, que nos dejaba atónitos y con una voz y gesto excesivamente afeminados, decía: “¿Habrá cocodrilos?”

Días después de la corrida compartieron con más amigos en una comida pantagruélica el becerro lidiado, muy bien regada con gran variación de vinos y licores en los que llamó la atención la cantidad de vinos foráneos, franceses, portugueses, del Rhin y, por supuesto, españoles, incluidos nuestros ribeiros, Barco, Monterrei, etc. Tampoco faltó el auténtico champagne francés, traído exprofeso para la fiesta.

Creo que ya lucía el sol en todo su esplendor y la fiesta terminaba. Algunos seguían con el culo pegado a la silla, quizás por temor a levantarse. Con una botella en la mesa y una copa semivacía, con su monólogo inacabable ante una audiencia, se supone, de seres invisibles que lo escuchaban. Había reinado la amistad, la camaradería, el buen humor. Se disfrutó a raudales en una noche sempiterna. 

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