En todo caso, con un método o con otro, el lunes se publicaron las estadísticas de paro de Eurostat en la zona euro y en toda la Unión Europea. Los datos son de noviembre, pero son claros: España con una tasa del 14,1% es por sexto mes consecutivo, el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro, nada menos que dos veces superior a la media de los 27 que se sitúa en el 6,5 y el doble de la registrada por la eurozona y que fue en noviembre del 7,2%. De hecho, desde el pasado mes de junio, la tasa de paro en España superó a la de Grecia, pero, también a la de Letonia, Polonia, Malta o Hungría y tanto en la Unión Europea como en la eurozona ya en noviembre el paro se situó ligeramente por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.
Es difícil entender, más allá de la propaganda, que el presidente de España con estos datos en la mano sea capaz de hacer un discurso triunfalista sobre el paro en general o el desempleo juvenil, que anota un 30% sólo superado por Grecia. Y sin destacar en ninguno de sus discursos que más del 60% del empleo creado lo ha sido por el sector público y muy ligado a la pandemia, sanitarios y profesores, puestos de trabajo que muy probablemente desaparecerán con la Covid. El sector privado, el que genera riqueza, apenas crea puestos de trabajo. Y la productividad del país está por los suelos, una de las causas de que el PIB no encaje con el mercado laboral.