Opinión

Batalla en Podemos

Una de las principales banderas de Podemos cuando irrumpió hace ya tres años en el tablero político es que representaban a la nueva política y que por lo tanto no iban a caer en los vicios o errores de lo que vinieron en denominar los viejos partidos. Ellos no querían formar parte de eso que con una gran carga despectiva pero que fue un término que caló y mucho en la opinión pública llamaron "casta". Pues bien, ya están inmersos de bruces en uno de los principales errores: las luchas o batallas internas por el control del poder de la organización.


De cara a la Asamblea que celebrarán en Madrid el segundo fin de semana de febrero -lo han hecho coincidir con el Congreso que en esas mismas fechas llevará a cabo el PP- la batalla entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón va cada día que pasa en aumento. Discrepan en casi todo, aunque ellos lo nieguen. Discrepan sobre el modelo de partido y la estrategia que debe seguir Podemos para convertirse no sólo en el partido referente de la izquierda, sino para alcanzar algún día el Gobierno de la Nación. Iglesias es más partidario de hacer política en la calle y subrayar el perfil populista y antisistema de Podemos, mientras que Errejón cree que hay que hacer política en las Instituciones, procurando mostrar una cara más amable de la que hasta ahora ha lucido su formación política. De esa manera, cree el joven Errejón, se atraerá más fácilmente el voto de distintos caladeros y no solamente de la izquierda dura y radical.


Podemos está donde está fundamentalmente por dos factores: la crisis económica y la crisis del PSOE. Supieron en su momento capitalizar bien el descontento de amplios sectores de la sociedad que tuvo su expresión más plástica en el movimiento 15-M, y supieron también ofrecerse como alternativa para el votante de izquierdas de un PSOE que desde que perdió las elecciones generales de 2011 no ha levantado cabeza. Pero a pesar de esto último, el famoso "sorpasso" de Podemos a los socialistas no se produjo ni en las elecciones de hace un año y ni en las últimas del pasado mes de junio. Algo, por cierto, con lo que el ya ex-secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, aprovechó para sacar pecho, a pesar de su pésimos resultados electorales.


La imagen de cierto "caudillismo" que proyecta el líder de la formación morada, Pablo Iglesias, es un elemento más que asemeja a Podemos con los "viejos" partidos. Mucha democracia interna, muchos círculos, muchas asambleas, muchas primarias, pero luego, a la hora de la verdad, el que discrepe con el "jefe" es visto como un elemento extraño al que hay que marginar. Y, por supuesto, los problemas internos siempre tendrán como origen intereses oscuros de los poderosos: la banca, los empresarios o grupos de comunicación. Es decir, los mismos argumentos de siempre.

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