Opinión

La marcha de Durán

El proceso soberanista de Cataluña liderado por Artur Mas y ERC se ha cobrado su primera víctima política de cierta relevancia: el portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados, Josep Antoni Durán i Lleida, ha anunciado su retirada escalonada de la escena pública, que comenzará a ser efectiva tras la proclamación el próximo día 19 de Felipe VI como nuevo rey de España. Durán lleva en política la friolera de treinta y cinco años, una trayectoria que comenzó en 1979 como concejal en el Ayuntamiento de Lérida. Posteriormente ha sido diputado en el Congreso en diversas legislaturas, europarlamentario y consejero de la Generalitat de Cataluña.

Durán es por tanto un político profesional, nacionalista pero no tanto como para ser partidario de la independencia de Cataluña; demócrata-cristiano de Unió, el partido federado con Convergencia, del que nunca se ha sabido su fuerza electoral real, porque siempre se ha presentado a las elecciones en coalición y por tanto bajo el paraguas del socio mayor, CDC. No es partidario del referéndum convocado por Mas pero va a las manifestaciones independentistas; dice apoyar a la Corona, pero se abstendrá el próximo miércoles cuando el Congreso vote aceptar la abdicación del rey Juan Carlos. Le hubiese gustado ser ministro de Asuntos Exteriores de un Gobierno central, fuese del PP o del PSOE, pero CiU nunca ha estado por la labor de implicarse tanto en la gobernabilidad de España. Harto de estar harto, de que ERC le marque el camino a seguir a CiU; de que Mas no le haga ni caso, Duran ha decidido coger la puerta e irse, pero con una amenaza de por medio: si ante la imposibilidad legal de celebrar el referéndum independentista el próximo 9 de noviembre, Mas decide aplicar el plan B que no es otro que convocar para ese mismo día unas elecciones de carácter plebiscitario, el líder de Unió se presentará como candidato a la Presidencia de la Generalitat. ¿Qué importancia puede tener eso? Pues únicamente el que esa candidatura fracturaría al electorado convergente y facilitaría que ERC se convierta en la primera fuerza política de Cataluña, superando al partido de Mas, cosa que por cierto ya ha pasado en las elecciones europeas de hace dos semanas.

Nada sale gratis en política y el radicalismo de Mas y de CiU pagará un duro peaje en las próximas elecciones autonómicas. El actual presidente de la Generalitat pasará a la historia como el líder institucional que llevó a Cataluña al borde del abismo, que consiguió que su partido perdiera la primera posición electoral en detrimento de ERC y que además provocó la marcha de la política de una persona como Durán i Lleida. Todo un récord. Pero a veces en la política suceden cosas que para el común de los mortales son sencillamente incomprensibles.

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