Opinión

Los días y sus noches

Cuando se escriben estas líneas no ha concluido el encuentro a tres tendente -eso dicen- a formar gobierno o, cuando menos, lograr la investidura de Pedro Sánchez que es lo que líder socialista busca casi de una manera desesperada aunque bien legítima.

A esta primera reunión no han ido con las manos en los bolsillos. Ha habido conversaciones previas con la finalidad inmediata de que a ésta le sucedan otras. A estas alturas del calendario, y cuando el tiempo comienza a apremiar no quedan más que dos opciones: o dejar de pedalear admitiendo que el acuerdo es imposible -quizás, no- o seguir montados en la bicicleta con independencia de cual sea la previsión final que a buen seguro ya tienen todos instalada en sus respectivas cabezas.

Reconozco que formo parte de ese batallón de periodistas que no nos atrevemos a adelantar un resultado final. En política ya hay muy pocas cosas imposibles. Las palabras -lo hemos visto- se las lleva el viento y lo que parecen posturas inamovibles no dejan de ser piruetas de tensión o respuesta a una circunstancia concreta. Basta con retrotraernos a unas cuantas semanas y no creo que en aquel entonces pudiéramos imaginar una reunión a tres como la ya celebrada.

Mucho menos entraba en las previsiones que después de tanto cántico a la transparencia nos tuviéramos que enterar, casi de rondón, de las conversaciones catalanas del líder de la oposición en funciones. Toda estas cosas y algunas más ha ocurrido en los últimos días. Con este panorama, nada más prudente que no realizar apuesta alguna. Esperar y ver.

Y es que tendremos que esperar porque cuando el mes de abril avanza de manera inmisericorde, aún nos quedan varios días con sus noches respectivas, para que el plazo constitucional para designar presidente del Gobierno quede agotado. El jefe del Estado, en una decisión más que acertada, es espectador cualificado y expectante del devenir político.

Nos quedan varios días con sus noches para ver como los líderes políticos van a llenar sus agendas para que todos percibamos movimiento, para no quedarse estancados en el calendario, para no admitir hasta el último momento que los intentos han resultado fallidos o que, por el contrario, Pedro Sánchez va directo a La Moncloa.

Esta necesidad de llenar el tiempo, esa ansiedad por estar presentes es lo que lleva a que no todos controlen su guión. Esto parece que es lo que ha ocurrido con Girauta, de Ciudadanos, cuando dijo que ellos también querían estar el Gobierno y algo similar ha padecido el propio Iglesias con sus cambios de discursos y exigencias. Por el contrario, el PSOE maneja un guión fijo según el cual Sánchez y a sus guardianes se han erigido en los pacificadores, de mediadores intentando algo tan complicado como un matrimonio a tres. En algún lugar he leído que se esta poniendo de modo en algunos sectores eso que se llama "poliamor" que tiene mucho de "poli" y nada de amor. Pero esto que puede ocurrir en la vida de algunos ciudadanos no parece que sea aplicable a los tres en danza. Me guardo las espaldas y añado el prudente "nunca se sabe".

Lo que sí sabemos todos es que a la tercera va la vencida. Que Sánchez se juega su última carta y o adorna su compromiso con Ciudadanos o se queda sin que nadie le saque a bailar. El margen de maniobra es más bien estrecho pero sabemos que nada hay más cierto que aquella sentencia de Manuel Fraga: "La política hace extraños compañeros de cama". En el caso que nos ocupa, son extrañísimos.

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