Opinión

Los líos de las listas

Salvo Vox, del que nada se sabe, salvo su comentada iniciativa de convocar a jóvenes para unas noches de cañas, todas las demás formaciones políticas viven sus particulares líos: fichajes que luego no triunfan, anuncios de paso a otras formaciones políticas, imposición de voluntades por encima de lo decidido por los militantes, propuestas electorales sobrevenidas etc, etc... Realmente, la experiencia nos dice que la confección de listas no es un proceso pacífico para los partidos. Nunca lo ha sido.

En las jornadas previas a las decisiones definitivas, afloran los nervios, los empujones, los murmullos y los susurros y todo ello sometido a cálculos realizados a partir de las encuestas y de imagen de los finalmente elegidos. Pese a que este proceso de listas ha sido siempre complejo, en esta ocasión de cara a las elecciones generales del 28 de abril, se han superado todas las expectativas.

Hay pruebas evidentes de ello. Ahí está Podemos, con descuelgues permanentes de la marca en muchos territorios, por no citar la cantidad de ofertas que del ámbito de esta formación, han surgido cara a las municipales y autonómicas.

El PSOE tiene su particular contencioso con el PSA. En Andalucía, Susana Díaz ha querido defender su territorios y a los suyos, pero ahí esta el comité de listas para enmendar la plana y colocar, por ejemplo, a la ministra de Hacienda como número uno por Sevilla. El cariño que se tienen ambas, María Jesús Montero y Susana Díaz, es perfectamente descriptible. Pedro Sánchez, facultado por los propios estatutos, ha tomado el mando y por Madrid propone, nada menos, que a tres ministras.

Lo de Ciudadanos es más complejo. El particular casting que el partido de Rivera esta protagonizando causa un cierto asombro. Él sostiene que quienes se van a su formación es porque están hartos de los partidos tradicionales. El argumento resulta un poco simple, pero no es más que tratar de poner en evidencia la debilidad del PSOE y del PP. Ambos partidos están más débiles que hace unos años, pero ahí continúan como las dos formaciones políticas con mayor implantación en el conjunto de España.

El PP no anda carente de sustos. Primero, Silvia Clemente que a nadie del que ha sido su partido durante 20 años avisó de su decisión de irse a Ciudadanos. Al final Silvia Clemente se ha quedado sin nada después de que Igea, el candidato por Castilla y León, denunciara rotundas irregularidades en el proceso de primarias. Hay que decir que en el PP no hay especial disgusto, pero sí desagradable sorpresa por la formas empleadas. Por otra parte el presidente de la Diputación de Ávila, también ha anunciado su marcha y en Asturias tiene su particular lío. Todavía no se conocen las listas pero si algo hay seguro es que habrá más de uno que se sienta defraudado.

Lío tampoco falta en los independentistas catalanes. Muchas caras que han llegado a formar parte del paisaje, no volverán. Ni Campuzano, borrado por ser moderado, ni Tardá pisarán de nuevo el Congreso. Todo apunta a que quienes han venido sosteniendo a Pedro Sánchez van directos hacia posiciones más radicales.

A partir de aquí, todo está abierto dándose la paradoja de que hay partidos como el PP y el PSOE que dicen ir a por todas, pero al mismo tiempo miran de reojo y no sin preocupación los eventuales resultados de quienes compiten en su terreno. Así, para el PSOE sería una faena que Podemos se desplomara y para el PP que Ciudadanos no cumpla, al menos en parte, las expectativas que nos indican las encuestas. Y es lógico porque como ya se ha comentado en estas mismas lineas, al final el que gana es el que gobierna, no el que más votos tenga, de ahí esas miradas de reojo y esa preocupación añadida tanto para Pedro Sánchez como para Pablo Casado. La realidad es que cualquiera de los dos puede ser el presidente del Gobierno. El cuadro final no tiene más protagonistas que ellos por mucho que los más nuevos recreen la idea de que ambos partidos están hechos cenizas. Con toda seguridad, no será para tanto.

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