Opinión

Tres días de descanso

Bien sea tomando el sol en un enjambre de sombrillas, bien sea escuchando las trompetas y tambores en las maravillosas procesiones que en Semana Santa recorren calles de pueblos y ciudades de España, aprovechemos bien estos tres días de descanso. De vez en cuando es bueno parar. Parar para recrear el presente o para imaginar el futuro, pero parar porque entre prisas y contenciosos se nos va la vida y casi no nos enteramos.

Hay que parar para recordarnos a nosotros mismos quienes somos o quienes fuimos, para mirar, observar con detenimiento a los que nos rodean pero que no siempre vemos ni escuchamos. Parar para coger aire que nos ensanche el alma y el ánimo y asi poder seguir caminando. Hay que parar porque el vértigo que nos hemos impuesto a nosotros mismos, hace que el tiempo se nos vaya por entre los dedos. No nos damos tregua en la ansiedad por ser o tener. No nos damos tregua para escupir a la vida por aquello que nos falta sin valorar lo que ya tenemos. Hay que parar y darnos tiempo para observar una puesta de sol o una buena obra de arte.

Los acontecimientos diarios son casi siempre convulsos. Se cometen crímenes atroces, el paro continua atenazando a demasiadas personas y familias, no hemos sabido resolver el drama de los refugiados y la política no es que depare noticias que lleven al optimismo. Somos, afortunadamente, muy plurales pero esa pluralidad no esta dando los resultados eficaces que cabía esperar. Son solo tres días en los que nos debemos recrear aunque sea recurriendo a la ficción, imaginando que el mundo que todos deseamos ya existe.

En apenas una jornada, los atascos volverán a ser noticia. Nos informarán de la ocupación hotelera y de los réditos económicos de estas jornadas de descanso. Y nosotros, ya de vuelta a lo cotidiano, nos contaremos como nos ha ido este pequeño paréntesis porque en realidad estos tres días son eso, un pequeño paréntesis, una breve parada de lo cotidiano, un pequeño engaño a la rutina. Tomemos aire, ensanchemos el alma, demos descanso al cuerpo y vuelta a empezar. Así ha sido siempre y asi seguirá siendo y como lo inteligente es abrazar lo inevitable, abracémonos a esa rutina recreando la próxima parada.

Te puede interesar