Opinión

Amigos al paso y la placa a José Nespereira, de Buciños

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photo_camera Los formidables penedos o cornos da Fontefría en el Xurés-Gerês, que tan bien estudió el eminente geólogo José Nespereira.

Una matinal pluviosa paso por el quiosco Eli donde Javier tiene negocio de revistas y periódicos y que sabe el nombre de clientes, aunque esporádicos sean, y una palabra para cada uno, o, si quisiéramos, más de una, y si mujeres, alguna escogida, aunque su mujer imponga menos y de mucha sonrisa y gratitud por cada compra. Javi fue una especie de mánager de la Movida, que montaba todo el tinglado, arreglaba cualquier problema y aun sin tocar se hacía indispensable de muchas orquestillas de los 70 y 80 y te puede hablar de aquellos tiempos de Ben Posta, Wagners, Evers, Murciélagos…y otros chicos del montón. Con su bigote a lo Revilla esconde una sonrisa tras la que se vislumbra a alguien a la vuelta de muchas cosas, o quizás no tantas, porque estar a la vuelta de algo ya es mucho pedir.

En un desvío me hallo en bancaria entidad donde me doy de bruces con antiguo colega que lo primero que me suelta es: "Te encuentro disminuido". Y uno ve que al amigo lo que se dice escarallado, piensa que lo de la frase será por aquello de piensa el ladrón que todos son de su condición. Pero reflexionando bien está que nos reduzcan los amigos de tantos años y tan poco contacto a la condición de humanos cuasi caducos o amortizados, como ahora se dice. Pensándolo bien en el fondo agradecí el piropo y en una introspectiva hasta me vi como él me vio. Hablamos de sus imnúmeros hijos que dice tan desligados de él como ligados a su madre, que por algo será si alguien te recibe con un te encuentro disminuido, sin percibir su propio estado.

Más adelante me llama la atención Luis Prada, de A Veiga, porque más me vio que yo a él que fue colega laboral. Charlamos, o más él, porque transcurridos quince minutos aún seguía contándome o yo provocándole a que me contase cosas de A Veiga, ese remoto pueblo en los orientales confines de la provincia donde él aún vinculado. Luis es de los que conserva la fe en sus convicciones y aun las incrementa y nunca se le hallaría comprometido con ese dicho marxiano de: "Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros". Genio y más que figura la de este amigo al que no haría vacilar ni un cataclismo.

Hace algún un tiempo que en la cafetería de la universidad en un café con amigos me encuentro con Victoria Jato y con el profe de Hidrología Pedro Araujo; a caballo de Lugo y Ourense, ella que no pierde contacto con sus colegas de cuando profesora eminente, especialista en la flora. Victoria y yo rememoramos las muchas excursiones que hacíamos con la Sociedade Galega de Historia Natural y las particulares en las que con una panda de 15 ó 20 nos íbamos por el Xurés, San Mamede, Invernadeiro, Queixa o Trevinca donde ella siempre aportaba su saber en materia de árboles o plantas. Recordamos las marchas, la placa a su marido, el sobresaliente geólogo José Nespereira, atornillada a roca en pleno corazón xuresiano, cuyas piedras tanto había estudiado. Era un leve o menguado tributo a lo mucho que él hizo por aquella fronteriza sierra. Un día, de hace unos años, algún desprensivo o aprovechado con un bastón desenclavó la placa, obra del escultor Buciños, que, a título gratuito, había grabado la placa conmemorativa en una roca, como mirando al hermoso valle de las Sombras o a los picos tras de ella, de todo ese crestón del altar de Os Cabrós donde el mito sitúa en noches de luna plena a dos macho cabríos luchando a cuerno partido. Buciños, si mal no recuerdo, se ofreció a grabar una nueva placa un tanto disgustado con este expolio que una vez le conté.

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