Opinión

Caminata entre Baltar y A Boullosa

Esta marcha de una veintena de kilómetros discurre por tierras de Baltar, situadas entre la sierra de Gomariz y la de Larouco, donde más de media docena pueden hacerse. En su prolongación ya en la planicie del Salas, el Couto Mixto entre las sierras de Feas y la de Pena donde el río en meandros va adquiriendo rango hasta formar el embalse del Salas.

Nos encontramos en la cuenca fluvial del río Limia. Si las llanuras antelanas de la alta Limia se hallan por encima de los 600 metros, estas de Baltar por encima de los 800. Las de Baltar nutren con el río de Rousía, después de represado, al Limia más abajo. Ya en otra plataforma por tierras de A Boullosa y Couto Mixto aparece el Salas de las escorrentías que le caen de las circundantes montañas; también este río se muere en el Limia allá por Lobios.

Estas montañas que de un lado sobrepasan los 1.000 metros del otro, el limítrofe con Portugal, un poco más, y ya en la parte lusa do Larouco, a más de 1.500 metros. 

Nosotros vamos a caminar por la sierra de Gomariz, a la que da nombre una aldea o pudiera ser al revés. El término de origen germánico se repite hasta cuatro veces en nuestra orografía que uno recuerde. Recuerda a alguien licenciado de la milicia donado con una tierras. También la ruta nos lleva por la opuesta sierra de Pena en la que podría enclavarse el castro de A Boullosa.


BALTAR-GOMARIZ-PENEDO RAIHNA LUPA


Comenzaremos la marcha en el centro cultural de este núcleo de Baltar, antes protegido de monumentales álamos, que un día talaron para satisfacer a un vecino, no sé si a dos, al que molestaban las volutas de polen de estos corpulentos árboles.

Tiraremos tal como señala el rutero en dirección norte, por pista, casi rozaremos la aldea de Gomariz para dirigirnos por empedrado camino en algún tramo hasta empatar con pista que va serpenteando la montaña. Esta ruta formaba parte de una etapa de una caminata de montaña de 50 kilómetros, desaparecida hace más de una década. Por pista en la ladera que va como serpenteando podemos acercarnos a la minería, creo que de wolframio, que más allá de mediados del pasado siglo funcionó en su actividad, aún conserva una torre que ya nos da una idea de que las labores mineras no eran baladíes.

Marcada o no la ruta, es fácil de seguir hasta que ya el dominio del penedío se hace evidente y más adelante la destrucción y fragmentación de los más significativos en un arrasamiento, para provecho propio, de un singular paisaje del que no hay precedentes y que solo pararía la crisis de la construcción. Se puede caminar sobre esta ruina de rocas hasta alcanzar la cima donde se ubicó el castillo fronterizo de Aguiar da Moa, del que da noticias Risco, habitado por la omnipresente Rainha Lupa  como mito de nuestra cultura. Hay otra en el Pico Sacro y alguna más por ahí. Hay que subir a la cima y observar algunos sillares del flanco sur de la muralla. Una vez arriba, si el tiempo favorece, espléndido lugar para sentarse y darle al bocata admirando, hacia el sur, valles y su encerramiento por las montañas.


CASTRO DA BOULLOSA-MONTECELO


Cumplido el rito bajaremos a través de la cantera con tiempo para alguna desviación, haciéndonos la pregunta que si de seguir la construcción en su apogeo no volarían el mismo penedo de Aguiar da Moa. ¿Quién iba a impedírselo?

Alcanzada la pista por donde arribados bajaremos zigzagueando hasta el llano, pasaremos por A Boullosa en dirección al castro que se ofrece como algo irresistible y que debe ser visitado, aunque últimamente imposible al abandonarse lo sendero norte y sur que facilitaban su acceso. Ojalá me equivoque y estén practicables porque tomando la pista que circunvala el castro se podría viajar por este bosque encantado entre los "cerquiños", "carballos" de pequeño tamaño aquí debido a la competencia. Un sendero de cierta exigencia te puede dejar arriba en lo que fue castro y que conserva todo su recinto amurado abatido; una gran cruz en el centro, por ese afán de cristianizar cualquier cumbre. Se observa otro recinto amurado más abajo del principal.

El retorno sería bien hacerlo, si estuviera practicable, por el acceso del sur. Aún quedan las huellas de algún incendio. Desde la cima y en el retorno, avistaremos la aldea de Montecelo, por donde debemos pasar en plácido retorno por estas pistas de la concentración parcelaria, que ante el despoblamiento del mundo rural no se ha aprovechado tal cual había sido planificado. Menos de una legua y entraremos en Baltar donde uno recuerda cuentos e historias de un fallecido Amando Vázquez, que mucho que contar tenía y que amenizaba, desde sus trashumancias a Castilla portando ganado, sus cuentos de lobos por aquellas sierras, cuando pastor y otras más cuando conductor de autobuses o agricultor en sus fincas.

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