Opinión

Caminata por el sur del Gerês

Monumental Foxo do lobo de Outeiro, a modo de fortificado castro, con las colmenas al frente
photo_camera Monumental Foxo do lobo de Outeiro, a modo de fortificado castro, con las colmenas al frente

Más allá de los Picos o Cornos o Pitoes da Fontefría se extiende un paisaje rocoso que hace honor a este parque nacional de Peneda-Gerês en Portugal. Está casi a mano esta ruta que se pone en marcha desde la montana aldea de Pitôes das Junias, hoy conocida por su monasterio, cascada, gastronomía y panes elaborados al modo tradicional. Pertenece a Montalegre. La ruta de más de veintena de kilómetros carece de señalización; acaso habrá que adivinarla en esas marcas blancas y amarillas a veces descoloridas que se camuflan o el tiempo borra. Pero aunque carente de señales, los puntos de referencia en el paisaje ayudan lo suyo y más a cualquier montañero avezado. Ofrece mucho, satisface más y se hace amena por su variedad, que no es poco.


Pitôes Sâo Joâo da Serra


No menos de media docena de veces por aquellos andurriales serranos. La primera porque me atraía la romería que por San Juan los feligreses de Pitoes hacían a la capilla a donde subimos la imborrable Elvira Cuevillas, Pachi Tobar e Isabel, pasmados de ver cómo las gentes iban con sus mejores galas para una andadura de una legua a través de caminos y senderos de montaña. La gente en la cima, en la caleada capilla en romería por menos de una treintena de encorbatados porque no cabida para más en aquella casi pirámide rocosa. Al bajar en las extensas y frondosas "carballeiras" se armaba la fiesta músico -gastronómica a los sones de acordeones a todo fuelle y los humos de los asados difuminándose en entre el frescor del bosque en la canícula. Otra vez con Vidal García en travesía, coincidiendo con procesión en torno a la capilla y cuando la dejamos para adentrarnos por el fondo del valle hubimos de refugiarnos tras los peñascos para no ser bombardeados por los fuegos o cohetes, que por esta romería costumbre echarlos hacia abajo.

Y ahora con el camino que comienza en el pueblo, se dirige al oeste y baja por pista hasta donde la estrechez en el llano entre la frondosidad y el paso de dos regatos, el uno por maderero puente y el siguiente por poldrado, que en tiempos de crecidas de ciertas precauciones. Salimos de la floresta y entramos en la subida por el desnudo y rocoso paisaje con avistamiento si no de la capilla si el cono donde se asienta, camino ya duro, pero que solo de legua andada desde la aldea, remata en esta cima.

Una sensación especial al encontrarnos en una blanqueada capilla en una roca en la que apenas espacio para más. Estamos en San Joâo da Serra o da Fraga.


Sâo Joâo-Foxo do Lobo


Antes de bajar, el panorama hacia el sur con el embalse de Paradela, al norte con los cornos da Fontefría, en el horizonte oriental el pueblo de Pitôes.

Bajada en dirección suroeste por entre rocas fáciles de sortear, arribada al llano de pinos, carballos, acebos y en frente el desnudo paisaje de la casi planicie donde prospera el brezo, el carqueixo y algún solitario arbusto. Con térrea pista en lejano horizonte se sigue monte a través en dirección oeste, poniendo a prueba las condiciones de un montañero que se orienta por los puntos de referencia, por lo que no resulta difícil conectar con la mentada pista que sube desde la cola del embalse de Paradela y que se muere en el llano desde donde, si tiempo hubiese, se podría continuar monte o roca a través hasta las minas dos Carrís. Pasados un par de regatos donde en estío se podría aliviar la sed sin peligros, por carencia de vacuno en estas alturas, nos dirigimos y conectamos con la pista que se muere hacia el norte en una penichaira. Nosotros nos vamos hacia el sur, pasamos por corral de madera donde los vecinos de Outeiro, Parada o Paradela reunen a los dispersos caballos; más adelante luego de un llaneo empezamos a bajar en pendientes pronunciadas hasta la barragem o embalse de Paradela, siempre a la vista.


Foxo do lobo-Cascata de Pitôes-Mosteiro


Pasamos un puente que fue de madera, subimos  a izquierda por sinuosa pista cuando en la cima a la vera del foxo do lobo que más pareciere fortificado castro, tomamos la empedrada pista en dirección norte entre el alcornocal, los carballos y acebos que nos da acceso a un puente de madera, bloqueado en ambas direcciones, no se sabe por qué, pero fácil de salvar, sobre el río Pitôes; continuando pista arriba, a mitad del trecho podemos desviarnos a derecha por escarpado sendero hasta la conexión con la pasarela de madera que va al mirador de la Cascata de Pitôes. Remontamos por la escalonada pasarela y nos dirigimos al mosteiro de Pitôes, de reducido tamaño y comunidad benedictina en su día, dependiente que fue no de la más cercana Celanova si no de Oseira hasta que el Obispado de Braga lo cobijó bajo su jurisdicción.

Paraje evocador en el pequeño valle, roble enhiesto, calzada empedrada que te devuelve a Pitôes das Junias donde tendrás tiempo de alguna provisión panera.

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