Opinión

Deseando perderme por el campo

Hablo con un confinado de A Valenzá. Me dice que por allá suenan cláxones, músicas enlatadas, en vivo y que a algunos les da por la lírica. Y aquello no cesa a los cinco minutos de aplaudir sino que permanece por más de media hora.

El desierto es evidente como expresan los medios se ha convertido todo lo que nos rodea. El virus se agazapa, puede estar en cualquier lugar, permanece en los más hasta cuatro días, dicen los expertos de la OMS a los que se debe seguir como los gobiernos que quieran salvaguardan a sus ciudadanos ignorando todos esos bulos, algunos tan sutiles que confunden. Hay que salvar el grano de la paja… pero quién va a sustraerse a toda esa basura que circula por la red, que aunque no se siguiese no hace sino intoxicar la mente, y si no fuese basura, indican los expertos que el exceso de información también daña la mente.

Todo es una incógnita para el día después. Muchos dicen que nada será igual, pero oyendo a una personalidad de ética y psicología que recordaba que la crisis del 2.007 no supuso escarmiento y que volvieron a repetirse las pautas, y casi a las puertas de una nueva crisis económica, también interviniendo el ladrillo, pero sobre todo el consumismo imparable al que no se ve fin, ¿por qué, qué hacemos con nuestras fábricas produciendo a destajo para que tengamos dos coches por familia, 20 pantalones,10 anoraks, la mayor parte durmiendo en los armarios o varados en aceras, porque si dejamos de comprar el colapso es mayor?. No se ve que esto tenga remedio.

Los militares siguen patrullando la ciudad. No hace falta intervenir, basta que estés para que haya cierta sensación de amparo, y esto la trasmiten esos militares profesionales. Estoy deseando perderme por el campo pero como antesala se percibe que las urracas de ordinario escasas en la ciudada ahora se atreven libres de la humana presión, mientras los aviones roqueros esos parientes más cercanos de los vencejos ya no hacen asiento, más allá del centenar como antes en la trasera de donde moro; así que han trasladado sus cuarteles a otros lugares. A qué obedece este cambio, no se sabe, al menos yo no.

Espero que todos esos animales que antes vagaban a su anchas por el monte y que debieron hacerse nocturnos para liberarse de nuestra presión, hayan sentido cierta liberación, libres del acoso a que los sometemos…y no solo los cazadores. Es tiempo de considerar estas cosas. O seremos colonizados por el pensamiento que nos lleve a interiorizar que el único sobrante animal en la naturaleza es el sapiens.

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