Opinión

Manzaneda, vamos a quemar la nieve

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photo_camera Vista de la estación de montaña de Manzaneda.

Que fue el grito de guerra allá por el 72 cuando José Luis Outeiriño, Pilís en el ámbito familiar y para los amigos, creó la empresa Meisa, Manzaneda Estación Invernal S.A. Entonces era el presidente de la Gallega de esquí y nos había enviado a Chelís Tobar, vice, y a mí, como prensa o algo así, a Pajares donde se celebraban los campeonatos de España de Fondo. Meisa fue adelante, hay que decirlo, por el arrojo y la decisión de Pilís al que algunos adláteres acompañaron, sobre todo un entusiasta Anguiano. Y lo que creimos iba a quedarse en poco más que un par de telearrastres empezó a coger cuerpo hasta casi lo que es hoy. Fue una decisión valiente y arriesgada porque la nieve, por esas paradojas, comenzó a escasear en aquellas laderas de la sierra de Queixa. Pero el proyecto no solo cuajó si no que de los apartamentos chalets de la zona inferior, Fontefría, a 1.500 metros., se pasaría a los de la plataforma donde hoy instalado el macro edificio de apartamentos, la piscina, los campos de fútbol, polideportivo y tenis, los karts, los parques infantiles, la tirolina o el circuito de descenso en bici.

De retorno donde tantos fines de semana para cubrir la información nos llevaron a aquellas cimas, me sorprendo, que pasando por al menos tres manos, la estación tenga esa infraestructura de tres telesillas, varios telearrastres, unas pistas verdes, para principiantes; azules, para iniciados; rojas, para competidores, y no sé si alguna negra, que sería para casi suicidas.

Ya por entonces se le daría destino de estación de montaña para todo el año, y ahora muchos más, donde es posible ver que todo en perfecto estado, donde por haber no hay nada donde falte la pintura si necesario o las vallas de separación de pistas, o los cañones en el plató superior.

Este año de nieves aquello, me dicen, fue el paraíso, ahora solo quedan neveros, algunos enormes en los laterales que dan al norte, como testigos de pasadas nevadas cuando trepamos desde la base del telesilla a la cima para observar como estaba todo imaginando a esas bicis de descenso que se tragan el paisaje y más vuelan que ruedan. Muchos niños de colegios o clubes un día de semana. Manzaneda conoció subida automovilísticas de montaña, campeonatos de tenis, de descenso en bicis, incluso estancias de clubes como el Real Madrid, y no digamos los gallegos de esquí desde los primeros campeones con los hermanos Henstchel, Santy Redonet y antes J.Félix Romero y Paco Alfaya, Pepe Senra, que fue director de la estación, y Sabino su hermano, y otros que se me quedan, y lanzando a alguno como Santy que llegó a estar becado en el equipo nacional en Baqueira Beret.

Siempre es un recuerdo Manzaneda a la que acudí para dar un paseo matutino con tres amigos hasta el embalse de A Cenza, avistando el circo de Prada, uno de los más antiguos glaciares del norte peninsular. Día espléndido, amagos de tormentilla y neveros abundantes que aun resistirán semanas, que en la Mallada Fría más abundantes y en el Seixo un poco menos, ambas las cumbres máximas después de la Cabeza Grande, 1.778 m. que se suele redondear a 1.780 m. o si me apuran 1.800.

De comida en Trives en el popular restaurante La Viuda, que más que renovado, adecuado a los modernos cánones donde un atento servicio, manteles y servilletas de tela y cambio de tenedores en cada plato permiten que todo esto en un plato del día mas que suficiente y encima, si demandases más, satisfecho serías. Ya de salida un recuerdo para los pasteles borrachos de Luciano, ahora cerrado y para un vecino, Tomás Vega Pato, ligado con la cultura y la investigación que formó equipo con Durán y Alvarado para el estudio de la Vía Nova, que con Marisa pasaban más que pasan sus temporadas.

Antes del retorno. ojeada in situ a Ponte Navea, de la citada Via Nova, que de Braga a Astorga pasaba por aquí. El rio, profundo , recibe varios nombres desde su nacimiento entre las sierras de San Mamede y o Samión: Edreira, Queixa, Chandrexa y Navea. El puente solamente conserva vestigios romanos en sus cepas.

Castro Caldelas aún daría para saboreo de bicas y toma de cafés. Pródiga en ellas nuestra tierra ya sean las de Laza, Trives, Entrimo, Sas de Penelas, y otras muchas porque hasta creo que cada villa tiene la suya.

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