Opinión

Por los marcos fronterizos del Xurés-Gerès

Nos vamos al suroeste de la provincia por donde transitaba la Via Nova, y desde Portela do Homem, un poco más abajo del puesto fronterizo se inicia una montañera de verdad, apta para gente de cierta preparación y ganas porque hay que subir casi roca a traviesa por el crestón divisorio de esta sierra del Gerês-Xurés, que ya es un placer el tránsito a dos vertientes y teniendo como referencia los marcos fronterizos hasta casi las minas de Os Carrís, portuguesas, e importantes explotaciones de wolframio, sobre todo. La vuelta se hace por el camino, ya más plácido, aunque tremendamente erosionado y lleno de guijarros destroza suelas.Ingenio constructivo de los lavaderos de las minas dos Carrís. Mas abajo, las grandes escombreras.


Sâo Miguel-Altar de Cabrós


Como a 300 m. de a Portela y antes de llegar a Ponte Sâo Miguel, debemos empezar a subir a través de la "carballeira", a izquierda, por donde más adecuado de un poco usado sendero del que la mejor referencia es seguir siempre el crestón de la llamada Serra de Cruz de Piñeiro. Subida esforzada, pero que por varida compensa el esfuerzo. Ya donde casi rematamos la subida con espléndidas vistas al río Homem de origen glaciar, sus cascadas y pozas, se debe tomar como referencia los marcos fronterizos que son la mejor guía en la cumbre desde la que se ve el camino carretero de la vuelta, el que sube a las minas de Os Carrís. Un placer saltar de roca en roca y con el panorama a nuestros pies. Llevada como más de una legua se avistan las cumbres máximas del Xurés-Gerês: Pico Sobreiro, Carrís.

Cuando iniciamos suave bajada ya nos metemos en la Portela da Amoreira a modo de fronterizo paso para montañeros, que nos podría dejar en las minas de As Sombras, que fueron de Antonio Tejada y en las que trabajaría para enriquecer su pictórico arte Pepe Conde Corbal. Recuerdo una vez subir a las minas de wolframio con Tejada y su fiel guardián apodado O Rato cuando quería venderlas al grupo Barreiros, operación que no sería viable. Ahora las minas están tapiadas y de su antigua actividad hablan los terraplenes que se caen al río das Sombras.

El roquedal encima de la mina corresponde al llamado Altar de Cabrós donde se decía que en los plenilunios chocaban sus cornamentas los macho cabríos en incruenta lid, pero que exhaustos los dejaba.


Pico Sobreiro-Minas dos Carrís


Más adelante junto a la portela de Sobreiro se halla como guardián el Pico Sobreiro, 1.536 metros, y a continuación el penedo dos Carrís, debajo la laguna artificial o presilla para almacenar las aguas para lavar el mineral en la parte inferior del poblado del que se conservan los barracones destejados. Un complejo que empezó a funcionar a raíz de las demandas de wolframio para la Alemania nazi, del 41 al 45. Sin cerrarse hay un pequeño repunte minero con la guerra de Corea, 50-53. Y la última fase de explotación es en los años 70 para cerrarse definitivamente poco después. El cordón umbilical para la salida del mineral era la pista para carros y vehículos a motor, que vamos a tomar a la vuelta, a Pista dos Carrís.


Dos Carrís-Ponte Sâo Miguel


Salimos luego de ver laguna, barracones, ingenios del lavadero, en dirección sur por donde la pista de retorno a Portela do Homem, la pista en llanura por varios kilómetros inicia su descenso entre intensa vegetación de brezos y un pavimento que de tan erosionado siempre amenaza nuestra suelas; alguno llegó con ellas destrozadas. Mas adelante a menos de legua ves las nacientes del río Homen que va excavando un valle glaciar en V discurriendo por rocoso cauce. Así que con el río a derecha, el estrépito de sus aguas cuando cercanía a él, damos una amplísima curva donde se percibe la obra de fábrica que hubo de hacerse, y más abajo en la ladera de la sierra de Cruz de Piñeiro,  a Encosta do Sol. Este vial de bajada es uno de los mayores serpentarios del noroeste peninsular. Ni una sola vez de la más de docena que transité por acá, me la pasé sin avistar o una culebra de escalera, una bastarda o, sobre todo, una coronela austríaca, parecida a la víbora, que por aquí también abunda, pero reducidas sus poblaciones por las rapaces que con los calores salen de exploración por esta garganta.

Rematamos en las pozas de Sâo Miguel donde turistas y montañeros se paran para admirar el espectáculo y los más jóvenes se toman un baño. La frontera donde los coches, a menos de 1.000 metros.

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