Opinión

Odilo, el perfecto “self made man"

Cuando los vencejos (apus apus) de madrugada en los urbanos cielos se despliegan sin estrépito y los más tímidos aviones roqueros apenas rivalizan en las piruetas aéreas, que me entretienen sin dejar de admirar sus muchas habilidades, parto hacia las tierras del oeste, allá por Quintela de Leirado, nombre de un municipio, aunque Leirado, un pueblo, y Quintela, otro más abajo.

De subida hacia los altos de la Pena Gacha, que por aquí Penegache o así pone en algún cartel, que cosa más lejos de ser erecto miembro viril sino penedo agachado, romo en su altura pero visible en la lejanía, identificable desde cualquier sierra de la provincia, me encuentro con un notable vecino, de esos que no reniegan de sus raíces sino más bien al contrario, que nunca por ahí diría soy de Ourense o en todo caso de Quintela de Leirado si no de Xacebás, cuando tantos presumen de ciudad,  Decía Albert Camus: "Dime en qué aldea has nacido y te enseñaré a ser universal". Odilo se jacta de su raíces aldeanas y no es para menos conociendo su "cursus vitae" que empezaOdilo, en la portada de su libro ría en temprana edad, según me cuenta cuando casi infante se va de compras a la feria de Celanova, sube al monte con sus vacas, y venera sobremanera a una madre sola y soltera en la vida, que  depositó en este hijo tanto como de él recibió, aunque a los 17  plantease buscar un porvenir que allí con cuatro vacas y muchas fincas se le negaba. Odilo Rodríguez plasmaría en un libro, "Más fuerte que el hambre", todas sus vivencias que tantas fueron que yéndose como reclamado por un tio a la Guinea, que decíamos Española o Rio Muni, a una explotación cafetera, de pronto, aumentado por la peripecia de una odisea de viaje, se vio metido entre aquella, para él aun muchacho, negritud de gigantes en los cafetales. Le cogió la independencia de la colonia y debió hacer unas maletas apenas deshechas para retornar, pero con algún recurso de sus ahorros. Odilo, que siguió con su madre, ya vislumbraba tener una familia que le fue negada al completo, se va ya casado a la emigración holandesa, y con Preciosa hacen familia y fortuna en los Países Bajos. Unos años en la emigración y Odilo, un "self made man" a la inglesa, concibe los negocios que su espíritu emprendedor tenía que depararle. Precisaría toda una biografía imposible de condensar aquí y casi en el libro de una vida llena de aventuras y peripecias que le llevaron de la Ceca a la Meca: Industrias de congelados, negocios de construcción, presidencia del polígono de San Cibrao… él, que se considera un hombre sin estudios, pero al que la vida ha enseñado tanto que la mejor universidad dispensar difícilmente podría tanto atino, adobado con un sentido común en el que prevalecía el recuerdo y sostén de una madre, más que cualquier referente. Esto de más fuerte que el hambre, me recuerda él, que no fue así para quienes tenían huerta, vacas, fincas y contrabando al que desde temprana edad se empleaba, a espaldas maternas, trayendo aquellos pesados sacos de café a sus espaldas por senderos inventados-monte a traviesa-menos transitados para  evitar a unos carabineros asentados en cuartelillos en su misma aldea, la capital municipal y que estaban desplegados por doquiera, mas que ellos, en la nocturnidad los burlaban por su conocimiento del terreno. Se hacían unos cuartos, pero más los almacenes que le compraban el café.

La aventura vital tiene a unos cuantos personajes, anónimos y otros que sin pretenderlo ocuparon la cúspide pero siguieron amando a su pueblo, a su madre. Si difícil es el amor hacia arriba como fácil hacia abajo, para Odilo fue como natural la honra permanente de quien tanto por él había dado.

Ahora anda implicado en un proyecto en forma de libro o ensayo de cómo hay que hacer para evitar el despoblamiento rural. Experiencia, conocimientos y sentido común no le faltarán, pero hay que contar con unos gallegos que somos poco dados al fenómeno cooperativista y cuando lo alcanzamos siempre habrá quienes desde arriba, de entre los propios socios, se apodere del emporio de todos. Conozco unos cuantos casos y otros de tan visibles se quedaron con el nombre de cooperativa, digamos "sui generis". Acaso porque para marcar directrices y grandeza haya que acudir al modelo romano del "dictator"; claro que aquel cargo era para una emergencia, por un período determinado y acarreaba la rendición de cuentas. Al fenómeno cooperativista casi siempre le sobrepasan las fuertes personalidades o dinastía de sus creadores.

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