Opinión

Primavera y Vía de la Plata

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photo_camera Los perales, llegados a corpulentos arboles, presentan esta floración en el primaveral advenimiento

"Ave, vêr, fruituri te salutant !"  o lo que sería: "¡Salud, primavera, los que van a gozar te saludan!". Así, como mensajero del adviento primaveral, el Pórtico do Paraíso, ese certamen musical internacional que trae voces, clarinetes, violines, percusión, de Italia, Reino Unido, Suiza, Francia, Galicia para deleitarnos con una música que va del Medievo al barroco y contemporáneo. Juan Enrique, profesor del Conservatorio, que detenta la marca del Pórtico, y al que me encuentro fortuitamente, me dice que se ha procurado esta variedad musical capaz de expandirse desde la ciudad al monacal de San Clodio o al románico de Augas Santas. El nombre le viene del pórtico de nuestra catedral; en sus inicios fue creado e impulsado sobremanera con desbordante entusiasmo por la entonces concejala de Cultura, Ana Garrido y si no lo abandonaron los gobiernos municipales posteriores, aunque de signo político contrario, señal era de que funciona.

La inminente primavera nos trae el anticipo de los árboles floridos entre los cuales los frutales de cierto porte como el peral con sus ramilletes a modo de umbrelas, quizás el más hermoso, aunque hay quien dice que el manzano por su gama de colores. Las mimosas, mustias ya, no dejan ver que cubrían  un tanto por ciento elevado de la forestal masa, sobresaliendo entre la floresta de pinos en las ourensanas faldas, allá por Montealegre y Santa Mariña y el corredor del Ribeiro.

El mismo efecto, aunque más reducido en las caídas de la sierra de A Meda, a modo de derrame de la de San Mamede donde se asienta la aldea de Rodicio que media docena de vecinos a la toma del invernal sol, en cuanto se asoma, para combatir los fríos casi siberianos, no sentados en bancos al uso si no en sillas de plástico que cada uno porta según asoman los solares rayos. Un paseo en torno a lo más elevado de esta redondeada sierra que anda por los 1.320 m. es posible, avistando los valles de la alta Limia por Maceda, Xunqueira, la de Espadanedo, con el muy visible monasterio del que medio claustro y oficinas municipales monásticas al modo celanovense como profanando el sagrado recinto. Continuando giramos hacia el norte por donde atraviesa una asfaltada pista que te lleva a Parada de Sil, que es cuando avistas toda la belleza del Cañón del Sil, casi desde Peares hasta los miradores del rio, allá por las Penas de Matacás, aunque éste de la Meda el de más completo horizonte.

Ando en esta ocasión al abrigo que la Serra da Madanela presta donde se asienta el castro de Lobás; a escasa distancia el poblamiento con notable iglesia y monasterio; subiendo, sin coronar la sierra, la capilla de a Madanela donde casi pisamos a una víbora de Seoane, la más venenosa y que tuvimos que apartar en este naciente buen tiempo en el que los ofidios salen de su invernal letargo aunque perezosos o adormilados. Tuvimos que retirarla de en medio de la pista cuando nos metimos en la carballeira y entre las desvencijadas mesas y bancos del entorno de la capilla. En el llamado Pico Seco, casi rozando los 1.000 m. en la cima de un crestón, ahora colonizado por una docena de aerogeneradores, se avista hacia el sur entre las casas de Lousado, el más que caserón, pues pazo parece, que fue de los Legísima, de entre ellos ilustres varios como la conocida pintora Carmen y el padre Manuel Legísima, canónigo y profesor de religión del Instituto que me examinaría de esta disciplina, obligada en aquellos tiempos, que tanto se me resistía y que de no estudiarla algunas herejías  habría escrito, tanto que Julio F. Ogando, a la sazón cátedro de Literatura, director que sería del Instituto, hoy Otero Pedrayo, me recordaba, que le decía Legísima: “A este hijo de Don Ricardo no puedo aprobarlo pues dice tantas herejías”…

Finalmente no sé por qué insondables misterios, o acaso por la catolicidad familiar, debí aprobar, dado que si no, te atrancabas en el Bachillerato, y no fue mi caso. Al cobijo de la sierra en la que me hallo pasa el Camino de Santiago desde Ourense que comienza en la Granja de Moreruela, en Zamora, donde se desgaja de la Vía de la Plata que conecta en Astorga con el Camino Francés, por lo que ya no se podría llamar Vía de la Plata a éste, si no acaso Camino Sanabrés-Ourensán o hasta si quieren Mozárabe, que no es que haya mucho de tal arquitectónico arte por donde el camino discurre, salvo la capilla de Santa Eufemia de Ambía, creo; la de San Miguel, en Celanova o la de Santa Comba, en Bande, fuera de esta ruta pero en otro camino que vendría desde Portugal. Por ahí se le conoce por camino sanabrés y cuando en la provincia se introduce por A Canda, ourensán debería ser, pero como suena mejor eso de Via de la Plata, que al parecer viene del árabe ojblata o camino empedrado o tal vez por ser para transporte de áureos y argénteos minerales desde los galáicos yacimientos en tiempos de la romanidad.

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