Opinión

Un tío-primo donde menos se esperaba

Me topo en donde menos lo esperaba con el único primo de mi padre vivo, hijo de un hermano de mi abuelo. Sería como un tío para mí si no fuese que yo de más edad que él. Se llama Julio Outeiriño, sempiterno funcionario que fue del concello de A Merca, al que siempre saludo con mucho afecto, y de esos parientes que te invitan siempre a su casa de A Mezquita, pero que sin saber por qué nunca penetré en sus umbrales donde  también Isolina, su esposa, tan invitadora como él. El encuentro en una tienda de deportes que pudiera parecer extraño para quien se sabe que ninguna actividad deportiva practica, si por tales se tuviesen aquellas partidas de cartas jugándose el café con su parroquianos de A Mezquita entre los que Amadeo R. Piñeiro, subdirector que fue de Caixa Nova. No pude asistir a aquellas partidas que supongo animadas y acaso de las últimas que se juegan por el medio rural, ya mermado en población, aunque encontrando alguna vez a Amadeo me dice que se va al Liceo a echarla, pero señalándome que como aquellas partidas de A Mezquita, ninguna. Eran de tute y despertaban curiosidad de los parroquianos que terminaban siendo más partícipes que mirones. Julio me aborda porque yo entretenido con unos anoraks y me dice que ahora caminante diario por el paseo del Miño. Ahora comprendo su estancia por la deportiva tienda por lo que nunca podría decirle aquello de ¿qué hace un tio como tú en un sitio como éste?

Vengo de tomar un matinal café con Ruti Conde, que este año no se va a la Panda Raid en el desierto del Atlas, una carrera de estos cochecillos de Seat o Fiat, también con Parras, uno de los pionero del golf por aquí, y que ahora en dique seco, con Tino Sánchez-Doniz en vísperas de irse a Ibiza para un trabajo casero de jardinería familiar;  a veces Manolo Montero, maestro de artes marciales, está por allí en El Cercano donde Moncho Conde Corbal anda embarcado en un proyecto que está viendo la luz: O noso Pelegrinaxe, en memoria del que en su día hicieron entre esta ciudad, pasando por Lugo y rematando en Santo André de Teixido, Vicente Risco, Otero Pedrayo y otros. Moncho va haciendo etapa por etapa para vivir lo que fue ese camino. Le acompañan no menos de una veintena de caminantes. Redacta el texto con Santiago Lamas, colaborando en otras facetas gentes de su entorno. El libro, ojeado muy por encima, me parece interesante y tendrá su impacto. El pintor y dibujante José Conde Corbal lo ilustra en gran parte; lleva los mapas de cada etapa. Corbal, un pontevedrés al que más se liga por aquí, es uno de los ilustradores más completos de la vida cultural gallega retratando a los personajes, dibujando iglesias, plazas, calles, castillos útiles de labranza y que tiene uno de los mapas de Galicia más completos sobre fauna y flora, reproduciendo cada animal o planta. Una joya que se quedó ahí. Imborrable aquella colaboración con Risco del Ourense perdurable.

Y de caminata por la sierra do Burgo, esa que tienes a derecha cuando vas a Castro Caldelas y que por el noroeste cobija un tramo de la Vía Nova, calzada romana que unía Braga con Astorga, cuando sin aerogeneradores menos asequible que ahora surcada por una pista por el crestón para dar servicios a esos ingenios. Por la otra ladera, Drados fue como un ejemplo de cooperativa de ganadera lanar entre vecinos con cientos de ovejas que impulsaría Ovidio, sempiterno presidente de los hosteleros, impulsor por ende de escuelas de Hostelería, desde su casa de turismo rural donde es posible verlo todos los fines de semana con su esposa Carmen para atender la casa o pasearse por el contorno o irse a esas riberas donde discurre el Navea que desde la presa de Chandrexa aguas arriba, una canalización nutre las turbinas cerca de un poblado de trabajadores de la central que tenía de todo. Poblado en casi ruinas cuando las eléctricas comenzaron la centralización a distancia. Carmen y Ovidio comparten el amor por la naturaleza y más cómodos, me parece, se encuentran por allá que por acá atendiendo su Martín Fierro o Río de la Plata, así llamado un restaurante de renombre en su día en la ciudad.

Y como vengo del suroeste fronterizo, la buena nueva de que el embalse de Lindoso más crecido no deja ver la aldea asulagada de Aceredo, que hace poco al descubierto, me dice Paco Villalonga Baños, en Lobios, que es un más que enterado vecino de Compostela, que al lado tiene el caserón da Escusalla, de tantas leyendas, como dije. Paco de diaria visita a Lobios, la capital del suroeste juntamente con Entrimo, se arma. con su bandurria ahora, antes con su guitarra cuando tocaba con Los Chispas o Terra Nosa, la puede montar como un atardecer con sus amigos Celso, Bouzo, Paquiño o Curro en El Cubano donde un inquieto Albino no para de atender a la clientela. Paco es el hijo de Carmen Baños, una mujer que procedente del medio rural hacía pelucas con su marido en la ciudad, demandadas por todas las peluquerías, y que, criada en Barcelona, vendía más pisos en Ourense que muchas agencias inmobiliarias, como decía algún agente de la propiedad, con la salvedad de que no intermediaba si no que los pisos eran suyos porque con lo que le daban por uno se compraba otro. Se les conoce en la zona de Aceredo, Ludeiros, Nanin o Compostela por Os Gallatos porque un bisabuelo, portugués de Ribeiro de Baixo, cuando venía a ver a su nietos al otro lado de la frontera decía vou a ver os meus galhatinhos.

Te puede interesar