Opinión

ESTRATEGIA LE LLAMAN A 'ESTO'

El comienzo de la campaña nos deja algunas frases desafortunadas y nada más, la del popular Camps sobre el abuelo de Zapatero desafortunadísima. Es lamentable. Reaccionamos ante los acontecimientos y las personas en función de nuestras expectativas, de lo que esperamos de ellos, y yo espero más bien poco de esa especie de justas electorales de las campañas. La zafiedad que, en mi opinión, preside desde hace lustros las relaciones entre los dirigentes de los partidos políticos no es casual sino premeditada y cobra especial virulencia en los quince días que dura la campaña oficial, en paralelo a la vaciedad de unos discursos diseñados solo para adular de manera retórica a los 'clientes' potenciales de cada 'marca'. Clientes, no ciudadanos.


Ni los partidos ni sus líderes se llevan tan mal como podría parecer al escucharles sobre todo en campaña, pero se han convertido en marionetas que bailan al antojo de sus expertos de marketing. Repiten como mantras mensajes vacíos porque quien nada promete nada incumple y de nada debe rendir cuentas porque a nada se compromete. Estrategia le llaman a esto de insultarse y demonizar todo lo que no les conviene sea persona, animal, cosa... o institución, todo es bueno para el convento; dicen que así se excita el celo de acudir a votar de los propios y se desmoraliza a los ajenos. Me cuesta entenderlo, pensar que el exceso y la grosería pueda animar a alguien a votar aunque sea a los suyos me supera, aunque, no se, viendo las audiencias de la telebasura en nuestro país es muy posible que ellos estén en los cierto y la equivocada sea yo.


Con perdón por la generalización que ya se que hay excepciones; los más mayores, en mi opinión, contamos de antemano con la inutilidad de los carísimos teatrillos en que se han convertido las campañas electorales, eso de que sirven para contrastar y difundir ideas y presentar soluciones alternativas a los problemas concretos de la gente es cosa de otros tiempos, y decidimos el voto - o no votar - al margen y mucho antes. Pero los más jóvenes: que no son tan 'pasotas' como a veces pensamos y se fijan más de lo que parece, conozco a muchos que están literalmente boquiabiertos ante algunas de las cosas que oyen a los gobernantes y a quienes aspiran a serlo, y defraudados de no escuchar nada que les de un poco de esperanza en el futuro, algo por lo que luchar y en lo que creer. Que nadie se extrañe si ante un espectáculo de tan ínfima calidad política como el que se les está ofreciendo, ante esta 'contrapedagogía' rampante del insulto, los jóvenes no encuentran razones para ir a votar ni sus padres pueden dárselas.

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