Opinión

La ley de Blanco

Cuántas prisas, demasiadas, después de tanta pausa. José Blanco, ministro de Fomento y cabeza política del PSOE, dijo de corrido que el Gobierno 'descarta la prórroga' que han pedido el PP y CiU para negociar el papel de la reforma laboral. 'El tiempo es el que hay, y no estamos dispuestos a perderlo', dice Blanco. ¿Perder, qué; ministro? ¿Por qué? ¿Dónde está escrito que alargar un poco la negociación en pos de un acuerdo entre el Gobierno y las principales fuerzas parlamentarias sea perder el tiempo...? ¿Y los dos años de prórrogas con los sindicatos que terminaron la semana pasada, qué han sido, ganarlo?


Darle aire y dejar que respire la negociación de la reforma laboral con los partidos políticos en vez de ahogarla con plazos perentorios de una semana, como piden el PP y CiU, es, según la ley de Blanco, perder el tiempo. Luego se quejan de las críticas de sectarismo, pero es que se las ganan; nada de prórrogas, Durán, Rajoy, dice Blanco como quien dice, ¡hala!, castigados sin postre. Como si en vez de con representantes de los ciudadanos como él tratase con niños pequeños. Y esos casi dos años remoloneando con UGT y CC.OO. con tanto tino que al final van a 'premiar' a Zapatero con una huelga general, que es lo que han sido, ministro. Según usted, no sé, pero según su jefe, cualquier cosa menos tiempo perdido


Lo que ha venido a decir el presidente del Gobierno sobre el reciente fracaso de la larguíííííísima negociación con los interlocutores sociales de esa reforma laboral que al final van aprobar el miércoles a toda prisa... Y 'a rastras' de Europa... Es que han sido una muy fructífera escuela de diálogo. Gloria bendita de talante, vamos. El mundo al revés. Prisas con los legítimos representantes elegidos por los ciudadanos en las urnas; la pausa (el siestón, habría que decir) con los sindicatos y la patronal, que, dicho sea sin ánimo de ofender: se representan endogámicamente a sí mismos aunque es verdad que a costa de nuestros impuestos, por más que sobre todo los primeros se autoproclamen pomposamente como 'representantes de los trabajadores'.

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