Opinión

Galán: fondo y forma

Sería injusto e insensato poner en cuestión las dotes empresariales de Ignacio Galán. Las tiene y bien demostradas. Desde que es el máximo responsable de Iberdrola su vida es su empresa.

En el trato personal es un hombre de esos que calificamos como "encantador". Se maneja como pez en el agua tanto entre periodistas como entre autoridades. Con la misma sonrisa, con la misma naturalidad que habla con Rajoy, acude al acto del PNV en el que se formaliza la candidatura de José Luis Bilbao como diputado general de Vizcaya. Es una persona relevante en España y una auténtica autoridad social en Bilbao, en donde Iberdrola tiene una sede que puede mirar de tú a tú al mismísimo Guggenheim.

Desde hace mucho tiempo, Ignacio Galán sostiene que pagamos en el recibo de la luz más de lo que debiéramos porque en el mismo se incluyen conceptos que nada tienen que ver con el consumo real. Esto, que es así, lo es desde hace mucho tiempo, y tiempo ha habido de denunciarlo con la misma claridad que ahora lo hace. De todos modos, es más que entendible que cualquier empresa reclame vivir sin sustos normativos, de ahí que el fondo de su alocución en Londres no esté carente de sentido y de razones. Todas ellas pueden ser discutibles, pero no por ello dejan de ser ciertas.

Pero siendo importante el fondo de la cuestión, lo sorprendente por innecesario han sido las formas elegidas para decir algo tan legítimo como que su empresa va a invertir más dinero fuera de España que en la propia España. Iberdrola, como otras muchísimas empresas españolas, es ya una empresa internacional, con sus intereses y expectativas diversificadas en sectores y países. Y ha sido gracias a esta internacionalización a lo que muchas de ellas han logrado sobrevivir a esta devastadora crisis. No creo, no obstante, que este haya sido el caso que nos ocupa.

A Ignacio Galán, y vamos a las formas, le hubiera bastado mover una ceja para convocar una multitudinaria rueda de prensa en Madrid, conseguir una macro entrevista en cualquier periódico, radio o televisión para anunciar lo que anunció el miércoles en Londres y habernos dicho aquí, en España, que ellos, Iberdrola, a punto están de ser cualquier cosa menos españoles. No es necesario que un empresario español de la importancia y relevancia de Ignacio Galán se vaya a Londres, centro financiero de relevancia mundial, para poner verde a España. Queriendo censurar la actitud del Gobierno en su política energética, la patada no se la ha dado ni a Soria ni a Rajoy. Se la ha dado a España, y eso son palabras mayores e innecesarias para anunciar que va a hacer lo que Iberdrola y otras muchas empresas vienen haciendo legítimamente desde hace mucho tiempo.

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