Opinión

El Oviedo salió a pegar y el COB puso la otra mejilla

Antes del comienzo de la serie nadie apostaba por el COB. Algunos auguraron un 3-0 para el Oviedo. Por suerte, el baloncesto no son las matemáticas. Dos más dos no siempre son cuatro, si Christian Díaz y Fran Guerra cocinan rica salsa canaria, las ametralladoras del COB -Mitrovic, Kapelan y Hittle- disparan a discreción y Devin Wright da de comer a los niños, lava el coche, pasea al perro, repasa las bombillas, rebotea, defiende y anota.

La cosa estaba tan mal para el Oviedo en el segundo cuarto que, imaginamos, Carles Marco se rasgó la camisa hasta el pecho -el no llevar corbata facilita tal gesto- y exclamó aquello de "¡A mí, la Legión de Pumarín!". 

Su equipo obvió grandes complicaciones tácticas y recurrió a un recurso sencillo. Defender como perros, subir el nivel físico al partido y, si nos dejan, morder al rival en cada jugada.

El COB respondió a cada bofetada poniendo la otra mejilla, quizá porque falta ese jugador de mala hostia que marque el camino, quizá porque no se jugaba toda la eliminatoria en este partido. No se descompuso, cierto es, pero se dejó llevar hasta el final, para lamento de su entrenador.

Bienvenidos al playoff. El COB sorprendió al rival en el primer partido. El rival no sorprendió ayer, pero quiere pelea. ¿La aceptamos? ¿Hay otra solución? El próximo viernes se sabrás.

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