Opinión

Un brindis por los deberes bien hechos

La comarca de O Ribeiro recupera una de sus actividades esenciales para promocionarse, después de dos años en los que la situación ha sido lo suficientemente compleja como para que la prioridad fuera más bien capear las múltiples dificultades que salían a su encuentro. Regresa ahora con toda la fuerza, en la primavera, época en la que los vinos del año salen al mercado, en la que todo germina y la nueva cosecha comienza a mostrar sus brotes. Llega una nueva edición de la Feira do Viño do Ribeiro.

Esta provincia tiene tan interiorizados algunos conceptos que la definen que no repara en los matices. Conviene ponderar por lo tanto la importancia de una actividad tan noble como la viticultura, a la que parece que no se le da la importancia que merece, llevados por una nociva costumbre de no valorar lo que tenemos y los recursos generosos que la tierra brinda a la provincia. Estamos hablando de una denominación de origen histórica, que se ha labrado un nombre que ahí permanece después de los siglos y tras haber superado decenas de inconveniencias e incomprensiones que, en todo caso, la han fortalecido. La profesionalización del sector está dando sus frutos y, de acuerdo con los datos que hace públicos la Denominación de Origen, estamos hablando de unos 5.500 viticultores registrados que, junto con 115 bodegas y colleiteiros representan la estructura productiva de la zona amparada.

Con unas 2.500 hectáreas de viñedo y una producción media de 14 millones de kilos de uva, la del Ribeiro es una denominación de origen caracterizada por su gran parcelación y diversificación, como reconoce el organismo que la tutela. “Un patrimonio vitivinícola que representa la esencia gallega por su paisaje, territorio y factor humano”, dicen los representantes del organismo que coordina el sector.

El Ribeiro está muy atomizado y las producciones son pequeñas, pero quizá ese no debería ser un problema porque se da al consumidor una riqueza de matices que en otras comarcas productoras no se produce. Sin embargo, en la comarca sigue habiendo un problema de disponibilidad de tierras, también de compromiso con el futuro, incorporando las nuevas generaciones a las diferentes fases del ciclo productivo del vino y la uva.

Y pese al empeño y el buen hacer que muestran productores y Consello Regulador, los problemas y los retos se afrontan mejor con ayuda. Necesitan apoyos decididos de las diferentes Administraciones para dimensionar las explotaciones, ganar en tamaño y mejorar su presencia internacional, como ya han hecho con denominaciones de origen como la Rías Baixas. A su lado, las entidades financieras también deberían ser sensibles al músculo económico que necesita el sector.

El Ribeiro, su vino y Ourense se necesitan y se retroalimentan. El futuro es complejo, pero el sector está decidido. No es el momento de dejar a la comarca a su suerte, luchando con sus propias fuerzas. Su destino es el de gran parte de la provincia. Merece la pena brindar por el Ribeiro ahora que llega el certamen que lo ensalza y con la copa en alto recordar a Cunqueiro: “A los gallegos nos gustan nuestros vinos. Quizás porque tienen más ganas de hablar que nosotros, o porque tienen un sabor fugitivo y, buscándoselo, rememoramos tiempos, lugares, amores, despedidas”.

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