Opinión

Editorial | Se acabaron las excusas

La rueda de prensa de Rafael Rodríguez Villarino de ayer abre de forma irremediable un episodio llamado a regenerar la vida política de la ciudad. El líder socialista ourensano acepta dar el paso al lado exigido por el PP para articular la moción de censura y plantea un movimiento definitorio a los populares: tienen ante sí el reto de cumplir con la palabra dada y sentarse a hablar para voltear la situación a la que ha llegado el Concello de Ourense y demostrar que, por encima de los intereses de partido, están los de la ciudad.

Se han acabado las excusas para mantener a Jácome en el poder y a los ourensanos en medio de un descorazonador naufragio. Decir ahora que no se fían de la palabra de Villarino para articular una alternativa tras no haber tenido problemas en diseñar en junio de 2019 un bipartito con una persona definida en su momento como “letal” y que basó su escalada en descalificar el proyecto político del PP e insultar a sus referentes en la provincia tiene la misma coherencia que el caos en que hoy está sumida la tercera ciudad de Galicia. La hemeroteca es cruel recordatorio y en realidad no favorece a casi nadie: el propio Villarino quiso pactar con el líder de DO y todavía hace unos meses volvió a intentarlo para conseguir la Diputación. Pero esto no oculta que su decisión de ayer sitúa al PP ante un revelador espejo. Ojalá sea el primer paso para enderezar el rumbo de una ciudad que entre unos y otros han ido embarrancando en el peor momento de su historia democrática. 

Es momento de empezar a cerrar heridas y mirar hacia adelante. Ourense está harta de ver pleno tras pleno cómo se instrumentaliza el pasado para evitar la autocrítica mientras se traspasan las líneas del ataque personal. Si esa evolución ya era injustificable, la pandemia y la deforme gestión de Jácome han terminado de construir esta absoluta necesidad de cambiar de fase. Un alcalde que nunca debió haber llegado a ese puesto cumple 22 meses sin un plan, creando nuevos enemigos para tapar sus carencias, buscando la división, ensuciando el debate, marchitando las calles, perdiendo proyectos y vulnerando la mínima ética exigible a un representante público: ahí está cómo reconoce sin pudor que financia su empresa con el dinero de todos o ese audio por el que acabó despidiendo a su primo asesor. La lista de carencias es sonrojante pero lo más perverso es que siempre hubo una alternativa a este fango. Y esa ventana es la que se volverá a evidenciar con toda nitidez a lo largo de esta semana. Este alcalde es el fruto del gran error coral de la política ourensana y el precio que están pagando la ciudad genera un agujero de deuda que tardaremos años en amortizar.

La política ourensana necesita de manera urgente empezar a reconciliarse con sus vecinos, merecedores de un gobierno mínimamente racional, que haga algo tan sencillo como intentar solucionar problemas en lugar de generar nuevos. Reconciliación social, reactivación de la actividad pública y privada o normalización urbanística son exigencias que no pueden esperar un minuto más. A estos y a otros retos deben responder el PSOE y PP. En noviembre, los populares, por boca de Jesús Vázquez, señalaron que aceptarían de alcalde a cualquier otro de los ocho concejales socialistas y desde entonces lo único que en realidad ha cambiado es que la ciudad ha seguido retrocediendo con un gobierno que se empequeñece cada semana. Los populares tienen la solución para frenar esta locura: cumplir su palabra y dialogar con el PSOE. Y unos y otros han de mostrar la generosidad necesaria para hacer posible un acuerdo básico de rescate para Ourense. Ese será el momento de tejer los detalles de la respuesta, si mantienen la exigencia del gobierno de coalición y cuáles serán las condiciones para garantizar el necesario horizonte del 2023. Por supuesto se comprende que habrá dificultades y como en cualquier acuerdo todos tendrán que realizar cesiones, pero parece imposible imaginar una situación que justifique con más fuerza una solución extraordinaria y en la que se evidencie la verdadera naturaleza de la política. Lo contrario, mantener las tinieblas por oportunismo táctico, sería tan doloroso como sencillamente inadmisible.

Te puede interesar