Opinión

EDITORIAL | Fondos UE: una oportunidad para transformar Ourense

La carrera ya ha comenzado. En abril del 2021 se agota el plazo para optar a los 140.000 millones de euros que España recibirá de la Unión Europea en el programa Next Generation, procedentes del Fondo Europeo de Recuperación. Ourense tiene una oportunidad real para salir de esta crisis relanzando su economía. Es una oportunidad, pero también un desafío. 

No habrá techos por región. Son fondos finalistas, y la UE inyectará el dinero por proyecto y no por territorio. Se sabe que las partidas estarán canalizadas por el Gobierno, pero todavía no están definidos los criterios europeos ni españoles para su asignación. ¿Cuánto debería tocarle a Galicia? ¿Y cuánto a Ourense? ¿Quién lo gestionará? Sánchez avanzó que las CCAA podrán llegar a manejar directamente el 50%. Feijóo o Lambán han pedido que el reparto no sea arbitrario ni a la carta. Esa distribución debería tener en cuenta las particularidades de cada región: la recuperación del covid no será homogénea y la construcción del futuro, tampoco. Provincias como Ourense exigen tener un trato preferencial en la salida de esta crisis. Lo contrario es tan inadmisible como amenazador, ya que uno de los daños colaterales que esconde el covid es desenfocar las viejas heridas estructurales. Y ahí está el borrador de los Presupuestos Generales del Estado para demostrarlo: la estratégica Secretaría General del Reto Demográfico estará dotada el año que viene con 19 millones. Interpelada por esta ridícula cifra, la vicepresidenta Ribera prometía hace unos días 2.500 millones con cargo a Europa para luchar contra la despoblación. Sin concretar más. Estaremos expectantes. 

El ejecutivo gallego comunicó hace unas semanas que maneja ya un centenar de propuestas empresariales para captar los fondos. Queda todavía margen y Ourense no puede estar inmóvil. Coordinados por Xunta, Diputación y concellos, al sector privado le toca coger el testigo y trabajar para el futuro de una provincia que debe, a la vez, reclamar un tratamiento prioritario que atienda a sus singularidades y establecer una agenda común de proyectos innovadores y atractivos, tejiendo argumentos sólidos para evidenciar que estos fondos deben ayudar a recortar las brechas entre los territorios. Y no al revés.

La UE demanda planes potentes y competitivos trazados en la línea de la transición ecológica y economía circular, eficiencia energética, digitalización o sostenibilidad. Ellos deben crear empleo y nosotros debemos ser ambiciosos, exigiendo inversiones pegadas al territorio. Y que funcionen como palanca socioeconómica de una provincia en la que además de la demografía y el abandono del rural, el paro juvenil o la modernización del sector primario son las fallas del futuro económico, que se articulará a través de sus potencialidades. Algunos sectores están bien aprovechados pero con posibilidad de crecimiento –agroalimentario, textil, extractivo, automoción…-, otros siguen esperando el estirón definitivo –turismo, termalismo, patrimonio- y otros cobrarán especial valor asumiendo las especifidades ourensanas, como todo lo referido a la economía de los cuidados. El marco y los márgenes son lo suficientemente fértiles para ambicionar que entre todos ellos se encuentren los motores de Ourense en 2030. 

Para ello será importante no caer en los viejos errores. Es de sobra conocido el destino que corrieron millonarias partidas con adn europeo. No hay espacio para barroquismos o ideas faraónicas. No hay margen para otro Plan E. El dinero europeo debe tener como destino proyectos serios y bien perfilados. Será clave también la transparencia, eficiencia y fiscalización en la asignación y recepción de los fondos. El reto es, ahora sí, canalizar las partidas y gastarlas con solvencia: España solo ejecutó el 30% de lo asignado por Europa entre 2014 y 2020. Algo simplemente inadmisible.

 “Es vuestra oportunidad y vuestra responsabilidad”, lanzó a España la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Encima de la mesa esta decidir y modelar nuestro futuro tras la pandemia. La UE lo dice, lo piden los expertos y lo urge la ciudadanía. Es el gran reto de esta generación: toca convertir los fondos prometidos en recuperación real, transformando la economía y remodelando la sociedad. Y Ourense no puede quedarse al margen.

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