Opinión

Los emigrados vuelven a ser el futuro

La emigración es, a la vez, el episodio más trágico y épico de la historia contemporánea de Galicia. Los jóvenes de varias generaciones se vieron obligados a abandonar su hogar, a su familia, su tierra para buscar un futuro que su país les negaba. Se estima que alrededor de un millón de gallegos cruzaron las fronteras de España en poco más de un siglo. Para hacernos una idea de lo que representa esa sangría demográfica, podemos compararla con la que está sufriendo ahora Ucrania. El conflicto bélico ha obligado a dejar su país a uno de cada cinco ucranianos; Galicia perdió uno de cada cuatro.

Hay más ourensanos fuera de España que en la capital ourensana

Todavía podemos ver esa proporción en el censo de residentes ausentes de la provincia de Ourense, con más de uno de cada cuatro ourensanos viviendo en la diáspora. Hace unos días, nuestro periódico apuntaba el dato: 114.732, frente a los poco más de trescientos mil que somos residentes en toda la provincia. Hay más ourensanos fuera de España que en la capital ourensana.

Las divisas remitidas a Galicia contribuyeron de manera decisiva al desarrollo industrial y económico de España

No hay ourensano que no pueda contar la historia de un familiar cercano que tuvo que dejar su pueblo para emigrar a México, Brasil, Panamá, Venezuela, Alemania, Suiza, Francia… una historia de sacrificios, de privaciones con un único objetivo: triunfar para poder regresar, no por la vanidad del éxito sino por el deseo de contribuir a que las generaciones siguientes no se viesen obligadas a pasar por el mismo dramático trance que ellos. Fuera de su tierra forjaron una Galicia universal en la que la solidaridad y el apoyo mutuo tejieron sólidos vínculos, y el triunfo de unos servía de respaldo para otros. Al margen de los ejemplos de éxito logrado por quienes se convirtieron en capitanes de empresa e incluso de grandes grupos económicos internacionales, cada emigrante ayudó con sus ahorros a construir una Galicia mejor, invirtiéndolos en su tierra. Y mucho más. Las divisas remitidas a Galicia contribuyeron de manera decisiva al desarrollo industrial y económico de España. Financiaron la creación de escuelas, de negocios y promovieron durante años la construcción de viviendas, constituyéndose durante años en motor inmobiliario y fundamentales generadores de empleo en una tierra que estaba carente de ellos. Las cajas de ahorros y los bancos capitalizaron el sudor de decenas de miles de emigrantes gallegos y en la mayoría de los casos lo hicieron aportando ese dinero en forma de créditos a iniciativas que se materializaban en el País Vasco, Madrid y Cataluña.

Desde La Región hemos sido siempre sensibles a los anhelos, preocupaciones y reivindicaciones de los emigrantes y sus familias, y podemos presumir de haberlo hecho con más cercanía que ningún otro medio informativo, como lo demostró la creación de La Región Internacional. Y hoy vemos que esa historia de sacrificios que cada emigrante ha escrito a lo largo de su vida no se corona con el final feliz que se merece, regresando a su tierra con el merecido amparo del Gobierno de una nación que tanto se benefició de su esfuerzo. Muy al contrario: ha de enfrentarse a un sinsentido de complejas trabas burocráticas y de un injusto tratamiento fiscal. El Gobierno actual y su Administración, con el PSOE al frente, llevan al límite normativas europeas que otros países de la Eurozona aplican de la forma más laxa posible para favorecer el regreso de tan valioso capital humano y económico. Aquí, sin embargo, son maltratados con un agravio sangrante. No son pocos los casos en los que se han visto amenazados por los efectos de dobles tributaciones de las pensiones ganadas en el extranjero, complejos y larguísimos procesos para que se les convaliden los grados de invalidez ya reconocidos en otros países, por no hablar de la aplicación de leyes pensadas para perseguir bandas internacionales de delincuentes. Contrasta ese tratamiento casi inquisitorial en el que a nuestros emigrantes se les aplican leyes contra el fraude fiscal y el blanqueo de capitales, con el de otros Estados que hacen lo posible para atraer la riqueza que sus ciudadanos generan en terceros país.

El Gobierno central ya dio, antes y ahora, reiteradas pruebas de que no va a hacer nada para luchar contra la Galicia vaciada

Además de suponer una injusta doble vara de medir que perjudica a los emigrantes, este maltrato representa también un perjuicio para Galicia, que se pierde así el capital humano y también económico que tanto necesita. El Gobierno central ya dio, antes y ahora, reiteradas pruebas de que no va a hacer nada para luchar contra la Galicia vaciada. Tampoco lo hace para frenar un paro que obliga a jóvenes de las generaciones mejor preparadas de nuestra historia a abandonar su patria en busca de empleo. Con trabas para que los emigrantes regresen y sin planes para evitar que los jóvenes sigan el mismo camino, cierra la puerta a una de las principales vías para solucionar la crisis demográfica que vivimos. Cuando lo lógico es que fuesen recibidos por las Administraciones de origen con las puertas abiertas, con los honores de hijos pródigos y predilectos.

No solo es una forma de saldar una deuda pendiente con los primeros, es la tabla de salvación para un país que, décadas después, podría recuperar el capital humano, joven, dinámico y con futuro que perdió

La Estratexia Galicia Retorna 2026, recientemente aprobada por la Xunta de Galicia, de la que dábamos cuenta recientemente, es un ambicioso plan que podría contribuir no solo al regreso de los emigrantes, sino también a la llegada de sus descendientes. No solo es una forma de saldar una deuda pendiente con los primeros, es la tabla de salvación para un país que, décadas después, podría recuperar el capital humano, joven, dinámico y con futuro que perdió cuando sus padres y abuelos tuvieron que abandonarlo.

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