Opinión

Galán despeja todas las dudas

Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, ha hecho bueno el clásico aserto que dice que es mejor permanecer callado y parecer idiota que hablar y despejar todas las dudas. El máximo dirigente de la eléctrica tuvo una infeliz intervención en Sagunto, en la que llamó “tontos” a millones de españoles, en un ejercicio de soberbia y prepotencia tan inoportuno como reprochable.

El hombre de la permanente corbata verde habló desde el púlpito al que se creen subir los que no están bajo el escrutinio humano, que se sitúa por encima del bien y del mal, y separa a buenos de malos. Ahora aparta a los “tontos” de los “inteligentes”, los que contratan por libre con su empresa. Crecido por creer que hablaba excátedra, en un acto público se despachó diciendo que “solo los tontos” siguen pagando la tarifa regulada que marca el Gobierno. Su desahogo verbal supone verter graves insultos sobre los 10 millones de clientes que se acogen a este sistema de facturación eléctrica, por cierto en torno a 3 millones servidos por su propia empresa.

Las imprecaciones de este personaje retratan el modo de dirigir una compañía que en Ourense conocemos bien. Sus obras, siempre forzando el sesgo legal, han buscado el enriquecimiento rápido, sin miramientos, para engrandecer el balance de la eléctrica y el reparto de dividendos. Los ourensanos no hemos olvidado el vaciado de los embalses el año pasado, ni la carencia de explicaciones convincentes sobre esa deplorable acción. Tampoco hemos pasado por alto sus polémicos proyectos en torno a parques eólicos y explotación de los embalses de As Portas, Edrada, Cenza, Bao, Pumares, San Esteban y San Pedro. Aún están frescas las intenciones de la empresa vasca de dañar la Serra do Larouco con un proyecto que contemplaba un tendido eléctrico que finalmente fue replanteado por la presión social, no porque los promotores creyesen que la nueva opción era mejor. También recordamos cómo esta empresa “verde” y “ecológica” quiso destrozar el Cañón del Sil con un lago artificial para subir y bajar el agua a su antojo y producir más energía sin tener en cuenta el enorme daño ambiental y patrimonial a la zona.

Iberdrola saca pecho por su salud económica y se lanzan constantemente informaciones a mayor gloria de su presidente, que gestiona una compañía que ha dado casi 4.000 millones de euros de beneficios el año pasado pero que se olvida de los lugares de los cuales toma los recursos naturales que contribuyen a esa regalía económica. Y todo ello a cambio de nulas compensaciones o auténticas limosnas para Ourense, en contraste con lo que de aquí se lleva. Por cierto, conseguido con unos embalses en muchos casos con concesiones administrativas caducadas y prorrogadas después graciosamente por políticos incapaces de velar por el bien público, más preocupados por asegurarse el paso por las famosas puertas giratorias.

Debería Ignacio Sánchez Galán tener algo más de empatía, por no decir educación, en su relación con los clientes que abonamos tarifas cada vez más altas, desorbitadas, lo que distorsiona el mercado, pone en riesgo a las empresas y deja a las familias con sus ahorros extenuados.

Y, sobre todo, debería de abstenerse de calificar a nadie quien tiene todavía turbios manejos de espionaje que están siendo aclarados en los juzgados. Estos últimos días hemos conocido que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha rechazado el recurso de apelación presentado por Sánchez Galán, donde pedía que levantara su imputación por el caso Villarejo al considerar que los presuntos delitos han prescrito, de modo que el banquero continuará investigado por los supuestos encargos ilícitos al comisario.

Para la próxima, Ignacio Sánchez Galán seguro que opta por permanecer callado, porque ya sabemos qué sensación deja cuando habla.

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