Opinión

Jácome ha perdido su plebiscito

Los tres grandes partidos, PP, PSOE y BNG, tienen la oportunidad y la obligación de atender a la mayoría de los votantes, que han confiado en ellos para restaurar la imagen de Ourense y situarla por fin en el camino de la regeneración social y política

Desenmascarado por su propio relato, el aún alcalde de esta ciudad asumió el aforismo hitleriano de que “las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña.” Y tiró para adelante reafirmándose como el héroe del pueblo. Abanderó la mayor de las mentiras y proclamó aquello de que estas elecciones serían un plebiscito en el que habría que elegir entre él o la mafia de los grandes partidos. Y una parte nada despreciable del electorado, más de 18.000 personas cerraron filas en torno al Joker disfrazado de Batman.

Jácome antes del 28M

Ni él mismo se esperaba una respuesta así, cuando, acorralado por los audios, confesó en su despacho aquello de, después de esto, “firmo si me dicen que voy a sacar cuatro concejales”. Contra todo pronóstico, el antipolítico que llegó a gobernar la ciudad con tres concejales de 27, logró un resultado que hoy todavía nadie alcanza a explicar. Lo que ha ocurrido en Ourense sorprende a propios y extraños. Eran unos resultados difíciles de pronosticar y es una realidad imposible de explicar con todos sus matices. Hay momentos en que las sociedades, grandes y pequeñas, se arrojan en brazos del más tramposo, del más grotesco o de quien más se acerca a la visión paródica que una parte del electorado tiene de la política del momento. De este contexto han nacido personajes como Trump, Berlusconi, Cicciolina, Jesús Gil o Julián Muñoz, todos ellos amparados por la fuerza de la democracia y algunos con mayoría absoluta.

El voto visceral

En Ourense, el voto visceral parece haberse impuesto al voto reflexivo, pero sólo lo parece, porque lo cierto es que más de 35.000 ourensanos, representados por esos partidos a los que Jácome se refiere como la mafia, no han tragado el anzuelo y han depositado su voto en aquellos que les prometían acabar con el grotesco despropósito que ha estado sufriendo la ciudad durante estos cuatro años.

Hoy, hay más de 35.000 ourensanos (32.600 si nos circunscribimos a los que han votado por PP, PSOE y BNG, los tres con escaños en el consistorio) esperan el cumplimiento del compromiso que los llevó el domingo a las urnas.

Jácome ha perdido su plebiscito. Y ahora son los tres partidos que empeñaron su palabra en sacar a Ourense de la ciénaga los que deben actuar en consecuencia y sin medias tintas.

No cabe ni la más mínima tentación de caer en el error que hace cuatro años convirtió a un meme de la política en alcalde de la tercera ciudad de Galicia. ¿Y por qué? Porque PSOE y PP convirtieron la ciudad en una mera moneda de cambio para cobrar la Diputación. Aquel error histórico le ha pasado una tremenda factura a la ciudad, pero también a los partidos que lo propiciaron. El único que ha ganado (de todas las maneras posibles) es Jácome a costa de crear un escenario mucho más complejo del de hace cuatro años.

La buena noticia, es que la solución es altamente sencilla si los partidos que siempre se han identificado como baluartes de la POLÍTICA CON MAYÚSCULAS actúan como se espera de ellos. No se admiten tacticismos partidarios ni estrategias electorales. Ourense no es negociable. No debió haberlo sido hace cuatro años, no puede volver a serlo.

El titubeo de los partidos

La gran mayoría de los ciudadanos espera ser liberada de la grotesca tiranía de un hombre cuya voz ha sido escuchada en toda España proclamándose en experto en el manejo del dinero B, que adoctrina a los suyos diciendo que “hay que meter el palo a lo grande”, que se salta todas las leyes, desde las más básicas de tráfico hasta las electorales. Un chalado de esta magnitud, capaz de meter a los suyos en los colegios electorales para inquirir a los electores sobre la intención de su voto, dispuesto a pactar con el diablo para mantener el privilegiado modo de vida que nunca ha logrado en su actividad privada. Ni él ni la cohorte de desheredados de la que se ha rodeado para mayor provecho suyo. 

No se entiende el titubeo que los partidos de la política con mayúsculas sugieren con su silencio. Resulta insultante que el PSOE permita a su secretario provincial, claro exponente de quien se aferra a la política por pura supervivencia personal y principal culpable de los resultados de su partido en la ciudad, culebree explorando pactos con Jácome como ya hizo hace cuatro años con el resultado que todos recuerdan. Rafael Villarino, a quien alguien bautizó con indudable acierto como el paracaidista, consiguió hace cuatro años que su partido perdiese la oportunidad de ganar la ciudad, porque la ciudad era poco para su grotesca ambición, y hoy pretende conducir a los socialistas por la misma senda. La que conduce al descrédito y a la derrota final. Su último éxito ha sido presentarse por San Cibrao (pudo haberlo hecho por Chipiona) y lograr dos concejales, uno menos de los que le habían dejado los militantes de ese municipio antes de su aterrizaje allí.

Lo que dijeron antes del 28M los líderes del PP

Letal para Ourense

Acertó de pleno Alberto Núñez Feijóo cuando sentenció en la antesala de las elecciones municipales de 2019 que “para Ourense sería letal tener a Jácome de alcalde”. Y añadía: “La ciudad tiene dos opciones: tener un alcalde o tener un show político en cada pleno”. Lo dijo, el 15 de mayo de 2019. Tan sólo unas semanas después, él mismo comisionaría a su secretario de organización, Miguel Tellado, a negociar un pacto que garantizaba la Diputación al PP y convertía ya no el salón de pleno, sino todo el Consistorio en un show político. Más que un show, un drama que ha convertido a una parte de los ourensanos en adictos al cachondeo y la cutrez institucional. Rueda recuerda perfectamente aquello y lo que vino después. A él le toca ahora dirimir el futuro de Ourense y, según avanzó ayer su segunda en el partido, la decisión es facilitar un pacto político que restaure de una vez por todas la dañada imagen de la política ourensana, de la propia ciudad de Ourense y le abra un horizonte de sosiego y progreso.

Lo que dijeron antes del 28M los líderes del PSOE

Y en la misma tesitura, se ha de debatir el  BNG, el único de los tres grandes partidos que ha mejorado sus resultados. Y si lo ha hecho, además de por el efecto Pontón, ha sido por plantarle cara a Jácome. Luis Seara ha sido denunciado por los secuaces del alcalde, insultado (“matón y macarra” han sido solo algunas de las lindezas que Jácome le ha dedicado) y expulsado de los plenos por rebelarse contra el pequeño dictador. “Eres un auténtico sinvergüenza, pero non vas conseguir o que pretendes”, le espetó un indefenso Seara al líder de DO en una de estas tristes refriegas.

Después de todo esto, de que fuese precisamente el BNG el primero en llevar a la Justicia a Jácome por falsedad documental, ¿dónde está la duda? ¿Hay algo que pueda justificar un pacto que no sea para poner una camisa de fuerza a quien ha llevado el Concello a la absoluta demencia? ¿Quién puede tener alguna duda de que esta ciudad no es negociable a cambio de nada?

Lo que dijeron antes del 28M los líderes del BNG

Y para colmo Sánchez

Y por si el escenario no fuese lo suficientemente complejo como para lograr que PP, PSOE y BNG alcancen un acuerdo, aparece un Sánchez  acuciado por los resultados del 28M  y convoca elecciones para el 23 de julio. Esto complica todavía más la solución para Ourense, comentan desde los partidos implicados, como si el problema de la ciudad hubiese pasado en cuestión de minutos a ser un tema menor. Ojalá lo que ocurriera en Ourense fuese tan transcendental para el futuro de los españoles. Ojalá estos partidos nos tuvieran siempre en tan alta consideración.

Las prisas de los partidos por obtener buenos resultados en el todavía lejano 23J, nada tienen que ver con las urgencias de esta ciudad por asegurarse un escenario de tranquilidad después de un desolador 28M. El dilema: O más Jácome o una política regeneradora en la ciudad. Antes del 28M nadie titubeaba ¿Dónde está entonces ahora la duda?

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