Opinión

Valdeorras: capital de las letras y de los números

Como bien ha dicho el flamante presidente de la Xunta, no es casual que su primer acto institucional se haya desarrollado en Valdeorras. Efectivamente no es una casualidad sino una coincidencia. Semántica y política. Antes de que Galicia supiese que este iba a ser el año político de Alfonso Rueda Valenzuela ya estaba anunciado que sería el año literario de Florencio Delgado Gurriarán. Y a esta afortunada coincidencia responde que un presidente gallego estrene su carrera viajando por las anacrónicas infraestructuras que conducen a la comarca de Valdeorras y no a, pongamos por caso, el Morrazo, de maravillosas playas y aventajadas comunicaciones con el resto de Galicia, de España y de Portugal.

No es el caso de Valdeorras, una de las zonas que más enriquece el PIB de los gallegos, una comarca de Letras, como se celebró el 17 de mayo, pero también de Números, como los que la sitúan en un lugar privilegiado de nuestra balanza comercial. Dinámica como pocas y aislada como ninguna, la sociedad valdeorresa ha ido siempre por delante de los políticos y gracias a ello mantiene hoy un pulso socioeconómico que nunca ha encontrado justa correspondencia en las Administraciones. Como mucho, promesas. Incumplidas o diferidas durante décadas. Mientras otros lugares de esta provincia pelean, cargados de razón, por una comunicación digna con Lugo o con Portugal, Valdeorras continúa a la espera de una adecuada conexión con su propia provincia. No la tiene, ni por carretera ni por ferrocarril, como bien habrán podido comprobar el presidente de la Xunta y cuantos políticos acudieron allí el 17 de mayo a rimar estrofas sobre su amor por el Oriente ourensano, hoy tan lejano de las prioridades inversoras españolas y gallegas como el Oriente Próximo.

Ya es hora de que los políticos dejen de hacer literatura sobre Valdeorras y se empleen a fondo y con rigor en los números, en las inversiones que nunca llegan. Empezando por infraestructuras como la autovía A-76 y continuando por sectores como el industrial, el agroganadero o el turístico. Su pizarra, su viticultura, su singular patrimonio natural, su estación de montaña (la única de Galicia), sus todavía no explorados recursos, como puede ser el termal, merecen una reflexión y una estrategia, acompañadas de un propósito de enmienda y de un compromiso orientado al progreso, refrendado con partidas presupuestarias. Valdeorras no está reclamando un aeropuerto ni un puerto de mar, clama por unas comunicaciones dignas por carretera y por tren, en la era de las autovías y los AVE. Lo que se pide responde a necesidades tan básicas como una salida competitiva para las exportaciones o una carretera que no obligue a sus enfermos a sufrir dos horas de viaje en ambulancia hasta el Complexo Hospitalario de Ourense.

La tan demandada A-76 no puede demorarse más; su construcción es fundamental para el desarrollo económico y social de Valdeorras y de toda la provincia. En este territorio nunca bien tratado de esta provincia siempre descuidada por las Administraciones, ya no caben más palabras que las que conduzcan a la acción. Obras son amores…

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