Opinión

Al otro lado de la puerta

Algunas de las notas de agradecimiento que dejaron los suscriptores de La Región a su repartidor diario de prensa.
photo_camera Algunas de las notas de agradecimiento que dejaron los suscriptores de La Región a su repartidor diario de prensa.
Tribuna

Cinco de la madrugada de un día cualquiera. Camino por las céntricas calles de Ourense. Desde hace semanas están mucho más calladas que habitualmente; de hecho, el imperioso silencio sólo se ve perturbado por el sonido de mis pasos y el tintineo del juego de llaves que llevo en mis manos. Durante mi travesía, apenas me cruzo con un par de coches y alguna dedicada limpiadora. Yo al igual que ellas voy provisto con guantes y mascarilla para extremar las medidas de seguridad, pero llevo algo que me diferencia: acreditación de prensa. ¿Y a qué se debe? ¿Por qué estoy en la calle en medio de la noche? Resulta que soy repartidor de prensa. 

Cada noche hago llegar La Región a decenas de suscriptores y eso es algo que, a pesar de todo lo que estamos viviendo, no ha cambiado. Sin embargo, mi reparto si lo ha hecho en las últimas semanas.  Muchos particulares que ya no pueden salir a la calle, se han dado de alta con el fin de recibir la información directamente en sus viviendas. Por otro lado, varios bares, cafeterías, oficinas, peluquerías y demás comercios han cerrado temporalmente sus puertas, por lo que ya no necesitan prensa diaria. Ahora que puedo repartir sin la presión de llegar a los bares antes de su apertura, tengo la oportunidad de aportar mi granito de arena a esta crisis que estamos viviendo. 

Solo necesito un bolígrafo y un par de segundos para dejar un mensaje escrito en el propio periódico. “¡Fuerza!, ¡Mucho ánimo! o ¡Estamos a vuestro lado!”. Algo sencillo pero que haga que, quien esté al otro lado de puerta, pueda sentir un poco de contacto humano con el que comenzar el día. En la mayoría de los casos no conozco la identidad del receptor del mensaje, de mis suscriptores, pero es algo que no me importa. Quizás sea una persona mayor que desgraciadamente viva sola, un agotado trabajador de servicios esenciales, alguien que piensa con preocupación en el futuro, un niño que desea volver a pisar la calle... Precisamente en este momento todos necesitamos apoyo y esta es mi forma de hacer que llegue, sea quien sea quien esté al otro lado de puerta.

Y resulta que este apoyo ha sido recíproco. Mi sorpresa ha sido mayúscula al encontrarme algunos mensajes de vuelta sobre los felpudos de mis suscriptores. Dándome las gracias, transmitiéndome el mismo apoyo y hasta reconociendo que me incluyen en sus aplausos diarios de las ocho de la tarde. Realmente me emociona ver que esta situación está sacando a relucir lo mejor de cada persona. 
No sé cuánto tiempo durará esta situación, pero mientras sea posible, haré llegar la prensa diaria y mis mejores palabras a mis suscriptores. De hecho, todos mis compañeros al igual que yo, lo hacen con orgullo y satisfacción. Ni de lejos somos un servicio tan indispensable como la sanidad y la seguridad, pero no por ello queremos dejar de contribuir igualmente en la medida de nuestras posibilidades a hacer más fácil a los demás este extraño día a día que nos ha tocado vivir. Y no os quepa duda de que seguiremos estando al otro lado de la puerta.

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