Los que ejercemos esta profesión y amamos el deporte nos encontramos prácticamente huérfanos ante esta situación, no casual, pero sí inédita en nuestra cotidianidad y que nos ha llevado a reflexionar y mirar hacia nuestro interior sobre lo que está pasando cada día, minuto a minuto.
Desde luego no es una tarea fácil, ni mucho menos, pero hay que ponerle el pecho, ser aún más solidarios y capear este duro, cruento y devastador temporal denominado Covid-19 que nos tiene a todos, sí a todos, en vela.
No es el momento de reprocharnos lo que se debió hacer para frenar esta lacra convertida en pandemia, sino pensar en lo que aún podemos realizar para volver a salir a las calles, sentir el bullicio de los niños en las escuelas, volver a disfrutar de la vida en plenitud y para los futboleros, como yo, que vuelva a rodar el balón cada fin de semana.
En lo personal, este tiempo nuevo que nos toca transitar lo vivo con el corazón partido, como la canción de Alejandro Sanz, y aquellos que me conocen desde hace casi tres décadas, cuando decidí cruzar el charco intentando buscar un futuro mejor, saben sobradamente que soy un "gallego" más, de Ourense, y en lo deportivo intento colaborar con la información y darle más protagonismo a nuestro entrañable fútbol provincial.
La otra parte de mis desvelos, nostalgias y querencias se encuentran en la Argentina, donde también aterrizó este virus . Allí está mi madre, a la que tenía pensado volver a ver este mismo año, mis hermanos y gran parte de mi familia. Ya queda menos para despertar de esta pesadilla.
