Opinión

Chalecos verdes

La revuelta de las gentes del campo sigue viva. Salen a las carreteras con sus tractores en Badajoz, en León, en Granada o en Navarra para decir alto y claro que no aguantan más, que están hartos de echar horas y horas para que al final les paguen lo que cosechan por debajo de los que les cuesta producirlo. No les vale que Pablo Iglesias en un alarde de esquizofrenia política les diga que "sigan apretando" puesto que como vicepresidente que es forma del Gobierno y es al Ejecutivo a quien le corresponde dar respuesta a las demandas de los trabajadores del campo.

Tampoco les resuelve nada que Pedro Sánchez dijera que el Gobierno está con ellos. ¿En qué se traduce tanta palabra dicha para salir del paso? De momento, en nada. O algo peor: en la penosa sensación de que al flamante Ejecutivo se le había olvidado que la España rural existe. Que aunque representa el 16,5% de la población (7.600.000) tienen los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. Desde luego son muchos más que quienes están detrás del movimiento separatista catalán al que tantas horas y guiños dedica este Gobierno.

¿Qué piden los agricultores? Precios justos. Y que Pedro Sánchez que el otro día intento desviar el vector de la indignación de los manifestantes hacia los supermercados no les tome por beocios. Saben que a las grandes superficies solo llega un 7% de los productos del agro español, el resto viene de fuera. Sobre todo de Marruecos, dónde no existen los controles fitosanitarios que se exigen aquí y allí los trabajadores reciben salarios de miseria lo que permite una exportación claramente ventajosa. Nuestros agricultores tienen que luchar contra las inclemencias de la naturaleza agravadas por el cambio climático y si tienen algún peón contratado deben hacer frente a la subida del salario mínimo, además de a los precios del gasóleo, la electricidad, la maquinaria agrícola, los seguros de las cosechas etc. 

No son los terratenientes a los que de manera tan despectiva se refería Pepe Álvarez, el líder UGT, cuando las primeras movilizaciones en Extremadura. Son las gentes del campo -pequeños empresarios, autónomos y peones agrícolas- los que se movilizan llamando a las puertas del Gobierno para que atienda sus reclamaciones. Son los dignos habitantes de la "España vaciada" que resiste. Que tome nota el Gobierno porque tengo para mí que están a dos tractoradas de ponerse un chaleco verde a la manera de lo que viene sucediendo en Francia con los "chalecos amarillos". Y están acostumbrados a resistir.

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