Opinión

Desconcierto en las alturas

El "caso Rato", una investigación judicial a partir de indicios de fraude recogidos por la Agencia Tributaria que culminó con la detención y el registro del domicilio del ex vicepresidente del Gobierno, ha puesto en evidencia la descoordinación entre diversos servicios de los ministerios de Economía y Hacienda. Hasta el punto de que si damos crédito a lo que les dijo Mariano Rajoy a un grupo de empresarios con los que almorzó días atrás en La Moncloa, resulta que se enteró por los medios de comunicación de la detención de su amigo Rodrigo Rato. También se ha dicho que fue alertado por el ministro de Justicia (Rafael Catalá), poco antes de la que se llevara a término la operación policial por funcionarios adscritos al servicio Aduanas. Desde luego, cuesta creer que nadie en el entorno de la Presidencia del Gobierno estuviera al tanto de una operación llamada convertirse en una auténtica bomba informativa de tan negativas consecuencias políticas para el PP.

En las alturas de los ministerios de Economía y Hacienda, por decirlo así, se miran de reojo tratando de establecer el origen de la filtración que dio pie al "circo mediático" que puso en pie la entrada de la policía en el domicilio de Rato. A un mes de las elecciones municipales y autonómicas (decisivas, vista la irrupción de nuevos partidos) han sido seis días de exposición en la picota pública de quien fuera un icono del PP. Exposición letal en términos de desgaste político para su antiguo partido. De nada o de muy poco habrá servido el discurso del ministro de Hacienda (Cristóbal Montoro) intentando instalar en la opinión pública la idea de que la ley es igual para todos y el Gobierno está a la vanguardia en la lucha contra la corrupción. Un alegato que habría tenido más crédito si, en paralelo, el PP hubiera aceptado crear la comisión parlamentaria de investigación sobre el "caso Rato" solicitada por la oposición.

El antecedente de la comisión abierta en el Parlamento de Cataluña para investigar las andanzas fiscales de Jordi Pujol -que sí contó con el apoyo del PP- dejó en evidencia al ministro Montoro. Hacer de la necesidad virtud, no está al alcance de todos. La sensación de desconcierto y hasta desolación que transmiten algunos dirigentes populares, es grande. Como si se les hubiera aparecido el fantasma de la UCD. 

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