Opinión

El reto de Borrell

El anuncio de que Josep Borrell encabezará la lista del PSOE en las elecciones europeas del 26 de mayo abre la puerta al tópico de la clásica noticia anunciada. De muchos era conocida su incomodidad presente en un Gobierno cuyo presidente no se caracteriza por la firmeza de sus convicciones y menos aún por mantener criterios nacidos del estudio y la reflexión.

El Borrell del famoso mitin del 8 de octubre de 2017 en Barcelona a favor de la Constitución y contra las falsedades de los separatistas proclamando que la bandera de Europa era su "estelada", se fue desdibujando en los trabajos y los días de su encomienda de ministro de Asuntos Exteriores. Pedro Sánchez le nombró ministro para acallar las voces -de dentro y de fuera de su partido- que alertaban de un exceso de entrega del Gobierno a los socios que le auparon al poder tras la moción de censura. Borrell ha estado incómodo en el Gobierno desde el primer día que volvió a ocupar plaza en el Consejo de Ministros. Quien había sido ministro con Felipe González, sin duda, apreció enseguida la diferencia.

Pero aun así parece que al principio concibió alguna esperanza de poder contribuir a contrarrestar las campañas de falacias lanzadas por los separatistas con intención de crear una opinión pública fuera de España favorable a su causa. Lo que con precisión y acierto el propio Borrell ha llamado la "nueva leyenda negra", por analogía con la que en su día alentaron holandeses e ingleses contra la España de Felipe II.

Para un político como Borrell que acostumbra a ser riguroso en sus juicios, no debe haber sido fácil convivir con quienes desde el mismo Gobierno han dejado constancia de insoportable levedad a la hora de justificar el diálogo y los tratos con los miembros del "Govern" de la Generalidad que no se recatan en alentar su apuesta por la vía separatista.

El episodio del "relator" explicado por la ínclita vicepresidenta Carmen Calvo parece que fue gota de las que colma vaso. Debió sentir la misma vergüenza ajena que tantos otros, pero no dimitió. Así que ahora que se anuncia que encabeza lista para intentar volver a ser eurodiputado habiendo sido presidente del Parlamento Europeo y que por tanto, en el mejor de los casos, volvería de soldado raso, es probable que tenga en el horizonte la posibilidad de ser comisario europeo, idea ésta de la que he oído hablar. Pero a lo mejor todo tiene otra explicación más simple: Borrell acepta el reto, sencillamente porque estaba harto.

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