Opinión

El futuro del rey Emérito

La historia se complace en repetir situaciones cuyas circunstancias se conjugan para desembocar en la paradoja. El pasado convertido en prólogo. Juan Carlos I de Borbón fue rey de España, legítimamente, porque así lo decidimos los españoles al aprobar la Constitución. Pero hasta llegar al referéndum mediaron varias circunstancias. Una fue determinante. La decisión del general Franco de apartar a don Juan de Borbón, heredero legítimo del rey Alfonso XIII y por lo tanto el llamado a heredar el Trono del Reino de España según las normas que regulan los procesos dinásticos de sucesión. Con arreglo a esas normas, don Juan Carlos de Borbón fue rey de España porque don Juan resignó sus derechos. Aquél fue un momento muy doloroso para el padre pero comprendió que era la fórmula para salvar la institución.

Hace años, el hoy rey emérito, en una conversación con José Luis de Vilallonga, evocaba aquel episodio como uno de los más difíciles, por emotivos, de cuantos había vivido. Por razones de actualidad que están en la mente de todos, aquel episodio podría tener una dúplica dada la tensión institucional -y subsidiariamente política- que podría derivarse del horizonte judicial que acecha al rey emérito. Las irregularidades fiscales relacionadas con las presuntas cuentas opacas que mantendría en diversos lugares, de no regularizarse antes de que la Agencia Tributaria decida abrir un expediente, colocarían al padre del jefe del Estado -que conserva el título de rey-,en una situación de gran incomodidad.

Las continuas revelaciones acerca del origen de la copiosa fortuna que se le atribuye y otros aspectos poco edificantes de su vida personal ahora conocidos por el gran público y copiosamente debatidos en las tertulias televisivas más populares, ensombrece la imagen de la institución monárquica. Circunstancia que da argumentos a la campaña “de horizonte republicano” que promueve el vicepresidente segundo Pablo Iglesias y otros miembros del Gobierno.

Ante semejante estado de cosas abundan las conjeturas acerca de qué debería hacer el rey Felipe VI para dar respuesta a tan compleja situación .

Una de ellas entiende que lo pertinente sería que don Juan Carlos renunciara al título de rey y los honores que apareja dicho rango según le reconoce el decreto del Gobierno de junio del 2014. O que le fuera retirado. De llegar a ese extremo, qué duda cabe de que la situación daría pie a un momento de máxima tensión en las relaciones entre Felipe VI y su padre. En otros términos y por otros motivos, una situación dolorosa similar a la que tuvo que afrontar don Juan de Borbón. Entonces -y tal vez ahora, también, a medio plazo- lo que estaba en juego era el futuro de la institución monárquica. Compleja situación la que tiene que afrontar nuestro rey. El pasado convertido en prólogo.

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