Opinión

La línea que no podía cruzar

Algunos de los dicterios que señalan a Pablo Iglesias como una persona de escaso fiar en política los hemos escuchado en boca de Pedro Sánchez. También fue él quien alertó acerca del infausto porvenir que aguardaría a la sociedad española caso de una hipotética llegada de Podemos al Gobierno. Eso fue ayer, hoy Pedro Sánchez ha cambiado el discurso y nos quiere convencer de todo lo contrario: que Pablo Iglesias vaya a ser su socio en un Gobierno de coalición ya no le quita el sueño. Más aún, ha bautizado como "ilusionante" el acuerdo. ¿Se puede uno fiar de quien ayer decía lo que decía y hoy afirma todo lo contrario? No. Pero es lo que tenemos.

Es sabido que la política hace extraños compañeros de cama pero hay que reconocer que el plan de Sánchez supera lo que habíamos visto hasta ahora. Entre quienes asisten con sorpresa a su última pirueta -Sánchez pasa de la opinión de los notables del partido- se encuentran algunos de los ministros del gabinete en funciones y no pocos votantes socialistas tradicionales. A lo largo de su dilatada historia el Partido Socialista siempre receló de los comunistas. Ha sido una pulsión recíproca. Y en las contadas ocasiones en las que establecieron alguna alianza, la cosa salió mal.

De los planes de Sánchez solo sabemos lo que dice en público; también ha trascendido que Iglesias y algunos de los dirigentes de Podemos encontrarán acomodo en el Consejo de Ministros. Como ha señalado Felipe González, es tanto como empezar la casa por el tejado y, puesto que se trata del futuro Gobierno de España, lo razonable habría sido empezar por el programa: cómo piensan afrontar los diversos y en algún caso acuciantes problemas que tiene el país. El primero, la situación de Cataluña. Iglesias es partidario del derecho de autodeterminación y de celebrar un referéndum. Sánchez, en el debate de los candidatos, se comprometió a restablecer en el Código Penal la ley que consideraba delitos este tipo de consultas fuera del marco constitucional. Preguntado ayer si mantenía la promesa, Sánchez no respondió. Un silencio que dice muchas cosas.

Todas inquietantes sí recordamos que no le salen las cuentas parlamentarias para superar la investidura y que emisarios suyos exploran el apoyo o la abstención de Esquerra Republicana. La línea que se comprometió a no cruzar. Pero está en el aire. No servirá de mucho -Sánchez sólo se escucha a sí mismo- pero se lo ha recordado el veterano ex presidente de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra.Parece que con poca esperanza de ser atendido porque ha renovado su promesa de dejar el PSOE sí Sánchez vuelve a pacta con los que apoyaron la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy. Malos tiempos.

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