Opinión

Rivera va de pesca

La aparente facilidad con la que Albert Rivera "pesca" en caladeros ajenos, tiene su lógica. El fichaje de dos antiguos militantes socialistas de relieve, Celestino Corbacho y Joan Mesquida, se explica por la cercanía de Ciudadanos a la social democracia. No hace tanto de la renuncia formal de Ciudadanos a esta seña política, una identidad con la que dio sus primeros pasos este partido que ha sido decisivo en el intento de frenar la escalada de los separatistas en Cataluña.

La incorporación de estos dos políticos que sintiéndose de izquierdas ni entienden ni comparten la estrategia de aproximación a los independentistas impulsada por Pedro Sánchez explica el porqué, más que ante un caso de transfuguismo, estaríamos ante la respuesta a un desencanto. Por no hablar de desconcierto. El mismo, por cierto, que en un marco político diferente dio pie a la traumática defenestración de Sánchez diseñada por los barones y otros notables del Partido Socialista ante la deriva proclive a pactar con los separatistas que impulsaba su ambicioso secretario general. Fue una profecía auto cumplida. Cayó pero supo levantarse y ahora es quien ordena y manda y todo son mudos en altas esferas del partido.

El poder y, sobre todo, el reparto del poder, es la argamasa de la política. Cientos de cargos dependen directamente de la cercanía a quien hace las listas. No sólo en el PSOE. El proceso es transversal. Y de ahí, y de las expectativas de cuantos viven de la política, se derivan en una u otra dirección sus decisiones. Anoto los nombres de Corbacho y Mesquida, exministro y ex secretario de Estado con un Gobierno socialista, pero a este tipo de cambio de bandera o camiseta, se pude añadir el caso de José Ramón Bauzá, expresidente de Baleares, o el de Silvia Clemente, expresidenta del Parlamento de Castilla y León. En este caso el "damnificado", por decirlo así, es el Partido Popular. Para justificar el cambio, uno y otra esgrimen su falta de sintonía con la actual dirección del PP.

A Pablo Casado, recién llegado a la cúpula de su partido, le juzgan más por lo que infieren que por lo que se pueda anticipar de la que será su línea política. Según Bauzá, tibia en la defensa del bilingüismo en el caso de Baleares. El fichaje de la señora Silvia Clemente tiene otro sesgo y, la verdad, a primera vista, pinta mal. Quizá Rivera todavía esté a tiempo de recoger la red.

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