Opinión

Cabezas, caballo ganador


Ourense es una de las pocas ciudades gallegas en las que el PP tiene claras posibilidades de hacerse con la alcaldía en las municipales de mayo. Las encuestas de consumo interno que manejan los partidos políticos prácticamente descartan que los populares puedan desbancar a Abel Caballero en Vigo, a Inés Rey en A Coruña, a Sánchez Bugallo en Santiago o a Lores en Pontevedra. En Ferrol, gracias a un candidato conocido y consolidado, siguen teniendo el bastón de mando a tiro de piedra, mientras que en Lugo, donde también gobiernan los socialistas, puede haber sorpresas, aunque la cosa está más difícil a expensas del tirón de la “nueva” candidata. En cambio en Ourense, desde que se supe quién será esta vez su cabe de cartel, el PP parte con ventaja sobre sus rivales. El suyo sale como caballo ganador. En eso coinciden todos los estudios demoscópicos, sin excepción. 

Y es que la operación Cabezas le está saliendo a pedir de boca a quienes la diseñaron. El veterano exalcalde es desde ya como claro favorito para imponerse en las urnas. Nadie duda que ganará las elecciones porque, además de ser conocido por la mayoría de los ourensanos, goza de un notable reconocimiento por sus doce años de gestión y sus tres mayorías absolutas. Conseguir en esta ocasión es harina de otro costal, pero hay varios factores que juegan a su favor, empezando por el cambio de ciclo en la política nacional, con la marca PP al alza, o la descomposición de Ciudadanos, cuyos votantes, casi todos, volverán al redil. A todo eso hay que añadir lo convencida que está la mayoría de los habitantes de Ourense de que hace falta un gobierno fuerte, solvente y estable, sin ataduras ni hipotecas, justo lo que no ha tenido en los últimos años.

Hasta el PSOE, con sus líos internos y sus torpezas, parece decidido a ponérselo fácil a Cabezas. Los socialistas ourensanos no paran de darse tiros en los pies, además de tirotearse entre ellos, su deporte favorito. El último de los desatinos, por ahora, fue un conato de moción de censura que convertiría en alcalde a su líder provincial, Juan Carlos Villarino, con el apoyo del PP. La maniobra fue abortada por la dirección regional del partido, cuyos dirigentes locales no estaban al tanto, ni por la labor. Los populares, y especialmente el candidato Cabezas, salieron reforzados del fiasco. Hicieron ver que  estaban decididos a hacer el sacrificio de cogobernar la ciudad con los socialistas, situando en la alcaldía al archienemigo de un Manuel Baltar, dispuesto a suvez a hacer de tripas corazón para acabar con la “anomalía Jácome”, de la que en sus adentros se sabe corresponsable.

Si vuelve a sentarse en el sillón de la alcaldía, el retorno de Manuel Cabezas tendrá efectos balsámicos no sólo en la política ourensana, a la que devolverá la cordura y el “sentidiño”; también en la vida pública, en general. El suyo es un ejemplo de saber irse a tiempo, no caer en la tentación de eternizarse, a pesar del apoyo popular, con el deber cumplido y la cabeza alta. Una actitud que envuelve su retorno en una autoridad moral a la que también contribuye sustancialmente el haber salido limpio de polvo y paja del pertinaz acaso judicial al que se vio sometido por sus oponentes de entonces, hoy fuera de la circulación y a los que va a resultar que les salió el tiro por la culata. En el PSOE de Ourense algunos respiraron aliviados al saber que tendrán enfrente a Cabezas. Da igual a quien pongan de candidato, porque tendrá las de perder, pero después de cuatro años de “jacomismo” cualquier remedio va a ser mejor que la enfermedad.

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