Opinión

Ciao, Gonzalo

Durante la campaña de las primarias del Pesedegá, en muchas de las agrupaciones locales, Gonzalo Caballero era recibido por sus afines al son del “Bella Ciao”, el popular himno de los antifascistas italianos, resucitado por la serie televisiva “La Casa de Papel”. Sin embargo, a la hora de la verdad una amplia mayoría de la militancia socialista gallega dice adiós a su hasta ahora líder, retirándole inequívocamente la confianza y depositándola en Valentín González Formoso, que será proclamado nuevo secretario general en el congreso de diciembre. El alcalde de As Pontes y presidente de la Diputación de A Coruña es el claro ganador de un duelo que reactivó las encarnizadas luchas intestinas que han lastrado al PSOE gallego en la última década. Dicen que él mismo se sorprendió un tanto de la contundencia de su victoria, porque creía que las fuerzas estaban más equilibradas.

Gonzalo Caballero es el único perdedor en el bronco proceso en el que las bases socialistas decidieron dar un nuevo golpe de timón en la dirección de un partido que cambió hasta cuatro veces su liderazgo desde que, en 2009, Emilio Pérez Touriño fue bruscamente apartado de la cúspide orgánica tras la derrota del bipartito frente a Feijóo. A Caballero no le queda otra que asumir la derrota en primera persona y actuar en consecuencia. Le toca replegarse y volver a una posición donde nunca se sintió incómodo. Debe asumir nuevamente el papel de referencia de ese sector crítico que desde una posición constructiva ha de formular aportaciones ideológicas y estratégicas destinadas a reforzar el perfil izquierdista y galleguista del Pesedegá. Ahí aún tiene mucho que aportar.

Pero, indirectamente, las primarias se saldan con varios vencedores, además del heterogéneo frente “formosista”. Tanto el PP como el Bloque salen beneficiados del proceso que, una vez más, vuelve a partir en dos el PSOE galaico. Los populares y los nacionalistas, aunque en distinta medida, claro está, ven reforzadas sus posiciones en el gobierno y al frente de la oposición. Los socialistas le sirven en bandeja a Feijóo otra cabeza cortada de la que hacer escarnio, mientras Ana Pontón afianza sus posibilidades de liderar la única alternativa que puede desalojar a la derecha de San Caetano y convertirse en la primera mujer que presida Galicia (eso sí, con permiso de la emergente Yolanda Díaz y de la sucursal gallega de su nueva plataforma política).

Ferraz y Moncloa ni pierden ni ganan con este vuelco al frente del Pesedegá. Pedro Sánchez y “su” PSOE no se jugaban nada en el envite. Ganase quien ganase, no se enfrentaría en ningún caso con el aparato federal, que se apuntó a una aparente neutralidad para no echar más leña a un fuego que ni le iba ni le venía. Porque, lidere quien lo lidere, el Partido Socialista nunca ha incluido a Galicia en las ecuaciones electorales que plantea para gobernar España. En una sola ocasión, en las generales de 2019, y precisamente con Gonzalo Caballero al frente, el Pesedegá logró ser la fuerza más votada en la comunidad gallega. Todas las demás contiendas en las urnas las cuenta por derrotas, incluyendo las que, vía moción de censura o pacto, lo auparon a la presidencia de la Xunta, siempre por cortos periodos de tiempo, que a la postre acabó rentabilizando el hegemónico centro derecha. Así viene siendo, al menos hasta hoy.

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