Opinión

Por sus disputas los conoceréis

Aunque cogobiernan o mantienen pactos estables desde hace años en ayuntamientos y diputaciones, socialistas y nacionalistas se afanan cada día más en marcar distancias en la política autonómica. Sus posiciones en la crisis del covid son muy diferentes, tanto que solo coinciden, como es natural, en criticar la gestión que de la pandemia está haciendo el gobierno de Feijóo. En el fondo se trata de la disputa por el liderazgo real de la oposición, al margen de lo que dictaron los resultados electorales del 12-J . Unos y otros centran sus esfuerzos en ser percibidos por el electorado progresista gallego como la opción más idónea para encabezar una mayoría alternativa al PP, pensando en el día -que llegará- en que Don Alberto decida deja de sucederse a sí mismo.

Ana Pontón no ceja en el empeño de proponer un confinamiento domiciliario estricto para plantar cara al covid-19 y cortar de raíz los contagios, propuesta de la que discrepa Gonzalo Caballero, para quien todavía hay margen de maniobra sin tener que aplicar una medida tan dura, siempre y cuando se acierte a la hora dictar y poner en práctica las restricciones y se resarza económicamente a los sectores más afectados. El reciente debate parlamentario puso de manifiesto ese creciente distanciamiento entre las fuerzas opositoras, que va más alla de las recetas antipandémicas y parece fruto de unos planteamientos estratégicos no estrictamente coyunturales. Tales estrategias, lejos de desgastar a Feijóo añaden apariencia de fortaleza a su posición dominante, aunque solo sea por aquello del divide y vencerás.   

Dos no se distancian si uno no quiere. El Bloque piensa perseverar en la línea de confrontación abierta con el bipartito de Sánchez e Iglesias. Y asume el coste político que ello pueda comportar. A los frentistas no les importa que les acusen de estar haciendo pinza con el PP en Madrid y de entrar en el juego de la ultraderecha y los poderes fácticos. Tienen en mente a su electorado más fiel, que no les perdonaría ser mera comparsa de socialistas y rupturista. Por su parte, Caballero y la dirección del Pesedegá entienden como una obligación que va en las siglas defender la acción del Gobierno, pero es que además están convencidos de que Moncloa está tratando bien a Galicia y por ello la actitud "bloqueira" les parece injustificable. Ahí es donde radican las diferencias.

Así las cosas, en Galicia no van a ser posibles los grandes acuerdos de país a los que todos apelaban antes y después de las elecciones autonómicas y que parecen imprescindibles en situaciones tan críticas como la actual. La falta de entendimiento entre los grupos de la oposición -a pesar de que ahora son solamente dos- ahorra a Feijóo y al PP el esfuerzo de buscar ese tipo de pactos, cuyo intento se sabe de antemano condenado al fracaso. Pero es que además, y ya nadie lo oculta, si el distanciamiento entre PSOE y BNG se encona a nivel de cúpulas, puede acabar por erosionar seriamente los cogobiernos en el ámbito local y provincial. Y eso sí que son palabras mayores. Si los populares se rearman en ese ámbito, mantendrán el control de la Xunta hasta que las ranas crien pelo. Con y sin Don Alberto.

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