Opinión

Un gestor para sacar a la patronal del atolladero

Parece que va de suyo que la patronal la presida un empresario. Alguien que tenga a su cargo al menos una empresa, por pequeña que sea. En el caso de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) siempre ha sido así. Hasta hoy. Salvo sorpresa mayúscula, que -dados los antecedentes- en esa casa nunca se puede descartar, esta vez la encabezará un gestor, una especie de gerente al que se recurre, a la desesperada, para resolver la anomalía de que, en medio de una crisis económica sin casi precedentes, Galicia sea la única comunidad autónoma cuyo estamento empresarial carezca de una voz autorizada y representativa. A falta de pan buenas son tortas. Y para la patronal gallega tener en su cúpula un técnico, aunque solo sea por un tiempo, es mejor que seguir indefinidamente descabezada. 

Como secretario general de Anfaco, Juan Manuel Vieites es desde hace muchos años la cara visible del sector conservero español. No es dueño ni directivo de ninguna empresa. No paga nóminas, ni tiene que repartir dividendos. No está sometido a la presión de una cuenta de resultados. Sin embargo, goza de un gran prestigio personal y profesional que le viene de perlas a una entidad cuya reputación está por los suelos. En su perfil destaca sobre todo la capacidad de interlocución y negociación dentro del sector en que se mueve así como un notable conocimiento de los intríngulis burocráticos de Bruselas, algo que en este momento puede ser de gran utilidad para el empresariado gallego a la hora de gestionar los proyectos que se han de acoger a los fondos europeos de recuperación. 

La operación está diseñada para que Juan Manuel Vieites, que ya estuvo en quinielas anteriores, sea candidato único, de modo que, incluso sin necesidad de que haya votación formal, en pocos días sea proclamado presidente. Estará al frente de un equipo de su confianza, de entrada sin cuotas ni imposiciones, de modo que tenga, si no las manos libres, al menos un amplísimo margen de acción que le facilite, entre otras, la tarea de reconstruir la propia organización patronal. A ese afán integrador responde el medido gesto de que su candidatura sea lanzada no desde Vigo, ni desde Pontevedra, su territorio natural, sino desde Lugo para que quede claro el afán del nuevo presidente por representar también a la otra Galicia, la menos empresarialmente pujante.

Dicen que fue la Xunta la que movió ficha para sacar a la CEG del atolladero en que anda metida después de una ristra de mandatos inconclusos y presidentes fallidos. Desde San Caetano sondearon a Juan Manuel Vieites y a varias de las organizaciones sectoriales y territoriales, con resultados más que satisfactorios. No por ello debe ha de considerarse cerrada la operación, según advierten los que mejor conocen las tripas de la patronal gallega. Pero es probable que hasta quienes prefirirían un presidente empresario de verdad acaben dando por buena la solución Vieites ante la eventualidad de que se reproduzca la fractura norte/sur o, lo sería aún peor, no aparezca ningún otro candidato. En cualquiera de los escenarios no quedaría otra que certificar la defunción de la patronal gallega.

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