Opinión

Ahora es el turno de Pedro Sánchez

Ahora le toca mover ficha, alguna ficha, a Pedro Sánchez. Entiendo que Pablo Casado ha hecho, con la destitución de Cayetana Alvarez de Toledo y la potenciación de Martínez Almeyda, un movimiento que por lógica debe aproximar al PP a un proceso de pactos con el Gobierno. Son necesarios y pienso que no cabe pararse ahora en barreras ideológicas o conceptuales: el país vive un momento de serio riesgo por demasiados motivos y en demasiados terrenos. Ahora tiene que ser Sánchez quien corresponda con movimientos similares: removiendo a los más belicosos de su partido, comenzando por su portavoz parlamentaria, y colocando a gentes más capaces de dialogar con el rival político, al que ahora se considera aún como un enemigo.

Personalmente, aplaudo sin reservas lo actuado por el presidente nacional del PP. Hace tiempo que era patente la falta de sintonía de Alvarez de Toledo con un proyecto centrista y centrado, y hacía tiempo también que el principal partido de la oposición cojeaba en su comunicación. Queda mucho por hacer en el PP, comenzando por trazar un rumbo en el que pueda combinarse la labor de oposición a las muchas cosas que el Gobierno hace mal con la imprescindible colaboración con ese Gobierno para, a cambio de algunas contrapartidas importantes, desbloquear asuntos que forzosamente han de quedar desbloqueados. Y tiene que ser ya.

Elaborar unos nuevos Presupuestos es acaso el más urgente de esos asuntos, pero hay otros muchos que esperan acuerdos entre el Gobierno y el PP: la renovación del poder judicial y del Tribunal Constitucional o la campaña de imagen de España ante el mundo, por no hablar ya de una mejor colaboración en la lucha contra la pandemia que rebrota de manera muy preocupante.

Insisto en que ahora es Sánchez quien tiene que mostrar hasta dónde está dispuesto a permitir esa colaboración, cediendo, como es lógico, cosas a cambio. Creo que Casado tiene que exigir una orientación más profesional en el Consejo de Ministros, donde no caben algunas posiciones sustentadas por Podemos. Y parecería increíble que el PP no tuviese nada que decir sobre cómo se invertirán los fondos europeos cuando lleguen ni sobre la composición de una futura -que la habrá- comisión de notables independientes para encarar la reconstrucción del país. Una acción común en Cataluña y una defensa coordinada de la Jefatura del Estado son otras dos cuestiones que inaplazablemente habrán de abordarse en un próximo encuentro, que será muy importante, entre el presidente del Gobierno y el del PP.

Lo que, obviamente, no puede ser es que se mantenga la incomunicación total entre los dos máximos responsables de la política del país. Es algo que, hasta el grado en el que ocurre en España, no se da en ningún otro país europeo. Y me parece una muestra más de la profundísima crisis política que vivimos y que se traduce en desaciertos en todos los frentes, incluyendo, claro, la batalla de la sanidad.

Ha pasado el momento de los torvos reproches parlamentarios sin mayor alcance. Pienso, insisto, que el golpe de timón de Casado promete buenos resultados. Lo digo sin grandes esperanzas, pero me gustaría ver que Sánchez también mueve el tablero. Y, sobre todo ¿para cuándo ese encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Casado que debería, tendría, que desbloquear una situación que se va haciendo asfixiante?

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