Opinión

Angustiado por las llamas, el pirómano llama

Lo malo de unas elecciones es que, ante el miedo de perder votos con una jugada de ajedrez arriesgada, todo se vuelven tácticas más bien conservadoras. Y el arreglo de los problemas tiene que esperar hasta, al menos, la jornada siguiente a las urnas. Para las elecciones, y para las soluciones, quedan poco menos de tres semanas. Sin embargo, necesitamos urgentemente ese movimiento audaz, que coloque al principal enemigo del Estado, que se llama Quim Torra, en su lugar. Es decir, fuera de la presidencia de la Generalitat. Y, para estar seguro de que podría ganar unas elecciones ante las que las encuestas, salvo el CIS, le auguran perspectivas inciertas, debería ser Pedro Sánchez quien comunicase al pirómano que tiene que largarse. A su Gerona natal o, mejor, a Waterloo. Hay mecanismos perfectamente legales para ello.

Cualquier persona con la que hables en Cataluña, tenga un independentista en su alma o no, te dice que esto no puede continuar así. Ni un día más. Y, presumiblemente, el globo se deshinche algo -algo- en esta semana, que desembocará en otra `gran manifestación` -ay, dolor- convocada para el día 26. Lo que ocurre es que los propios manifestantes velarán para que los salvajes que queman contenedores, apedrean a la policía e impiden a los periodistas `españoles` ejercer sus funciones, no puedan seguir ejerciendo una violencia que hunde a Cataluña y, de paso, es verdad, la imagen internacional de España. Yo no quiero que nos comparen con lo que ocurre en Chile, o en Perú, o en Ecuador o en el Brasil de Bolsonaro, o en México, o...

Creo que Sánchez acertó pidiendo calma y diciendo que la moderación es una forma de ejercer la fuerza. Y él tiene más fuerza, la tenemos todos, incluyendo a los `indepes` moderados catalanes, que la horda pirómana. Si hace falta aplicar el 155 u otras medidas más extremas, ya se hará: está en la mano del Gobierno, pero no creo que eso fuese ahora puntualmente constitucional, la verdad. Solo falta apartar al pirómano del escenario del incendio.

Y Sánchez, en lugar de no ponerse al teléfono cuando el pirómano llama, espero que angustiado por sus propias llamas, bien podría realizar una jugada arriesgada. Convocarle, como el propio Torra pide, a La Moncloa y lanzarle una monumental bronca: "Quim, te tienes que marchar. Ya". Y buscar para ello, qué remedio, la complicidad de Esquerra, del propio Oriol Junqueras, que está harto de que la incompetencia y fanatismo extremo del pirómano lleve a un callejón sin salida cualquier solución de futuro para Cataluña. Las elecciones autonómicas, imparables, tienen que ser la patada final a Torra y al `puchismo`. Y ahí me parece que se equivoca Pablo Casado cuando, a cambio de su imprescindible apoyo (para la investidura de Sánchez, urnas mediante, digo yo), le exige romper con Torra.

Me parece que Sánchez ya ha roto anímicamente con Torra. Pero no puede romper oficialmente con quien aún es, Dios mío, el molt honorable president de la Generalitat, el representante legal del Estado en Cataluña, qué le vamos a hacer. El presidente del Gobierno central en funciones tiene que dejarle claro, a Torra y al resto del personal, a todo el país, que ha de marcharse. Lo entendería casi todo el mundo en España, incluyendo Cataluña: los irreductibles del fugado a Waterloo son cada vez menos y las proclamas incendiarias de Torra no las comparte ya ni el vicepresidente de su Govern, Pere Aragonés (de Esquerra, recuerden), que me parece que tiene mejor diálogo, subterráneo, eso sí, con La Moncloa que con el fanático mayor de Cataluña. Ni Ibarretxe, hoy en el ostracismo, Dios sea loado, lo hizo peor.

Ahí, ahí, es donde Sánchez encontraría un mayor apoyo de los españoles que buscan salidas templadas, no estados de excepción, para la crisis catalana. Ahí, y no exhumando a Franco -¿cuándo?¿cómo?-, que es un tema ya demasiado manido. Bueno, vale, que salga Franco del Valle de los Caídos -personalmente, me alegraré-; pero que Torra se marche también del valle de lágrimas en el que está convirtiendo las queridas tierras catalanas. Eso me parece mucho más importante.

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