Opinión

¿Anomalías democráticas en España? La de Yaku Iglesias

Pues claro que en España no hay plena normalidad democrática, como ha proclamado Pablo Iglesias. Por ejemplo, que un presidente autonómico se permita, al margen de la ley y de la Constitución, declarar unilateralmente la independencia es difícilmente catalogable como normal. O que un prófugo de la Justicia quiera erigirse en candidato desde nada menos que el Parlamento Europeo. La anormalidad en nuestro país cunde por doquier. Batimos récords mundiales de anormalidad casi todos los días: que el vicepresidente de un Gobierno diga precisamente que el Estado en cuyo Ejecutivo ejerce no es plenamente democrático supongo que es algo que jamás ha ocurrido en ninguna parte del mundo mundial. Claro que mañana habremos olvidado este despropósito, que hoy aún levanta voces indignadas. Y lo habremos olvidado sencillamente porque mañana, o pasado, una barbaridad mayor superará a la de hoy.

Dice un colega y sin embargo amigo: “No sé qué haríamos los periodistas sin Pablo Iglesias”. Hombre, eso es exagerar. Cierto que el vice segundo, el que no nos iba a dejar dormir ni a su jefe ni a ninguno, y efectivamente lo está logrando, nos da buenos titulares casi cotidianos, aunque la alarma por tenerlo ahí vaya por dentro. Pero no me negará usted que el caso de un ministro de Consumo rechazando las mascarillas que nos aconseja su colega el Ministerio de Sanidad no se merece también portada. O el ministro de Universidades encabronando a los rectores con sus declaraciones simpatizantes con las “chuletas”: copiar, qué diablos, demuestra unas habilidades para la vida.

Si quiere usted ver cómo de esta salimos, justo lo contrario de lo que decía la publicidad oficial, más débiles, más desunidos y con una política más surrealista, tome usted el caso de las inminentes (creemos) elecciones catalanas, cuya campaña electoral comenzó sin que nadie estuviese seguro de que iban en realidad a celebrarse, y ahora llegamos a la recta final sin estar seguros de quiénes van a ocupar las mesas electorales en los colegios: ¿voluntarios independentistas disfrazados con “uniforme EPI”? Un día de estos a lo mejor nuestro vicepresidente más atípico sentirá la tentación de llamar a observadores internacionales para que vigilen la pureza de estos comicios. Esas cosas tampoco pasan en ninguna elección del mundo.

Ni siquiera en las de Ecuador, cuyo “lider espiritual”, el hombre que podría gobernar el país hermano, resulta que es fedatario de un fugado, Rafael Correa, “exiliado” en México porque en su país le buscan para procesarlo por no pocos presuntos delitos económicos. Bueno, Correa podría ser nuestro Puigdemont, ese al que Iglesias compara con la última víctima de Putin, Navalny. A Iglesias, por sus declaraciones tan favorables a Puigdemont y Junqueras y tan desfavorables para la democracia española, otro colega y amigo, Fernando Onega, le llamaba esta mañana en la radio “el ruso”, porque vino a darle la razón al ministro “soviético” (o casi) de Exteriores en su rifirrafe con Josep Borrell.

La verdad es que no me recuerda tanto Iglesias al severo, antipático, jamás sonriente, ministro de Exteriores de todas las Rusias, Lavrov; el talante de Lavrov se me asemeja más al de Bárcenas, otro hierático dispuesto a derribar el templo aunque a él le aplasten los escombros si también sucumben los filisteos (y con ellos Pablo Casado, que pasaba por ahí).

No, Pablo Iglesias no me recuerda ni a Lavrov ni a vicepresidente de gobierno europeo alguno. Si le digo la verdad, se me asemeja más, volviendo a Ecuador, a otro candidato, el del movimiento indigenista Pachakutik y serio aspirante a presidir el país: Yaku Pérez, nacido Carlos Ranulfo Pérez. Yaku -que en quechua significa algo así como “el agua que mana”- tiene, dice, su propio manual revolucionario, mirando, claro, solo a una parte de su país. Como Iglesias. Tiene una espléndida coleta indigenista. Como la que tenía Iglesias antes de convertirla en una especie de moño. De lo que no estoy tan seguro es de que las recetas indígenas e incluso el “look” de don Yaku tengan mucho que ver con la geografía y circunstancias en las que se asienta la piel de toro. Ahí tiene usted, en el mismísimo seno del Gobierno del Reino de España, otra anomalía democrática. Por si fueran pocas las que nos alumbran.

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