Opinión

La clave está en el misterioso encuentro con Torra

Una vez que el primer Gobierno de coalición de la democracia se ha puesto en marcha, ya solo queda todo lo demás. Y eso, "todo lo demás", comienza precisamente esta semana. Que es cuando se inaugura solemnemente el curso parlamentario -con la significativa ausencia, entre otros, de Esquerra, que protesta así porque el Rey acude al acto este lunes-. Y que es también cuando se celebrará, o así lo aseguran aún hoy, ese encuentro, el jueves y seguramente en el Palau de la Generalitat, entre el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, y el aún jefe del Govern catalán, el molt honorable president de la Generalitat, Quim Torra. Y ahí puede estar la clave de lo que ocurra en esta Legislatura, tan peculiar.

La política española, llena como está de anomalías y rarezas, registrará, con este encuentro Sánchez-Torra, tan criticado desde diversos sectores como defendido desde otros, un momento culminante. Si es que el encuentro acaba celebrándose, claro está, que entre las características de esta "nueva" política están la imprevisibilidad y la falta de valor de la palabra dada. Torra está en una especie de limbo jurídico, entre la inhabilitación y el caballo de Atila, que todo lo arrasa a su paso. Ha dejado a la sociedad catalana más empobrecida y despavorida de lo que estaba cuando él llegó a la plaza de Sant Jaume e incluso ha logrado dividir al independentismo en dos bandos irreconciliables, siempre contando con la inapreciable ayuda, eso sí, del fugado Puigdemont.

Torra está amortizado y lo último que ha hecho ha sido anunciar, que no convocar, unas elecciones -quizá allá para junio- que no serán tanto autonómicas como pretendidamente plebiscitarias: independencia de Cataluña respecto de España sí o no. Torra pretenderá con todas sus fuerzas que este imposible sea "sí", y Sánchez tendrá que mostrarle que va a ser "no". Y, en medio, esa mesa negociadora que aún ni siquiera sabemos quién la va a integrar, porque los "indepes" han llegado a un punto en el que se hablan menos entre sí que con el gobierno central.

Me temo que, contra lo que ocurrió con las exitosas reuniones entre Suárez y Tarradellas, allá por 1977, de esta "cumbre" Sánchez-Torra no va a salir precisamente un pacto de "conllevanza". Porque Sánchez no tiene ya mucho que ofrecer y porque Torra está lejos de ser el carismático Tarradellas; está, de hecho, políticamente liquidado y sólo le quedan el pataleo y el deseo de causar los mayores destrozos posibles.

Figuro entre quienes opinan que el diálogo, incluso entre los incompatibles, siempre aporta algo. Seguramente, dada la escasa transparencia que se estila por estos pagos, nos enteraremos de muy poco de lo que se cueza en esta "reunión del Palau". Entre otras cosas, porque saldrá muy poco de ella: quien de verdad manda en la política catalana está hoy encarcelado, y es quien, en realidad, mantiene un contacto constante con el Gobierno central, veremos hasta dónde y hasta cuándo. La cuestión, ya digo, reside en cuánto tiempo sobrevivirá Torra. Y a saber si este encuentro con Sánchez servirá para darle un poco de oxígeno o para asfixiarle un poco más. Y esa es la clave de casi todo.

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