Opinión

Decepción total. Y angustia

Asisto angustiado a las sucesivas ruedas de prensa de Pablo Casado y la ministra portavoz, María Jesús Montero, tras el encuentro -cuatro meses sin hablarse- del presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Casado intenta mantener un tono al menos algo, algo, positivo, dentro, claro, de las enormes discrepancias . Montero no: acusa al PP de no atender a la Constitución -nada menos--, de torpedear la reconstrucción económica de España, de boicotear el futuro de la nación. Yo no le oí a Casado nada de esto, la verdad, y lo digo lamentando, sin embargo, que la que me parece su evidente voluntad de acercamiento haya sido obviamente insuficiente.

La impresión que yo saqué fue la de que la señora Montero trataba de dinamitar los tenues puentes que se pudiesen haber tendido desde una orilla de moderación: se trata, desde La Moncloa, de culpar al PP de imposibilitar cualquier acuerdo nacional sobre la reconstrucción; desde el PP, se achaca a la presencia de Podemos, el socio privilegiado, el gran obstáculo para cualquier acercamiento. Desde esta perspectiva, creo que, de hecho, temo que entendí mejor el argumentario de Casado que el de la señora Montero, a la que respeto, pero cuya valoración descendió para mí este miércoles varios enteros. Fue, simplemente, sectaria: por ejemplo, nada dijo la ministra portavoz y de Hacienda sobre la propuesta de esa agencia nacional para la recuperación económica en la que tanto se centró la intervención de Casado ante la prensa. Así que el único avance posible es minimizado por el Ejecutivo. Parecería que el interés de La Moncloa era dar la sensación de que el fracaso del encuentro con Casado fue total, no como el de Inés Arrimadas,

de Ciudadanos, en su encuentro con Sánchez por la tarde.
No quisiera dar la impresión de que apoyo más a unos que a los otros; pero, sin duda, la presencia de Podemos en el Gobierno, como contrapeso a todo cuanto el PP significa, es un enorme obstáculo para cualquier pacto. No puedo evitar, empero, la sensación de que la portavoz gubernamental salió a destrozar a Casado, hubiese dicho lo que hubiese dicho minutos entes en su conferencia de prensa. Parece que hay que demonizar al PP, que, con sus evidentes errores de comunicación y estrategia, facilita la tarea a sus, cómo siento decirlo, adversarios.

El entendimiento no es posible. Creo que Casado estuvo mucho más moderado que la esta vez pugnaz ministra portavoz. Tremendo. Mientras, las cifras de los rebrotes, del aislamiento en Europa, de la catástrofe económica, avanzan. De nuevo, hay que preguntarse qué más tiene que ocurrir para que nuestras fuerzas políticas abandonen los tambores de guerra y fumen la pipa de la paz. Olvidando que ya nada puede ser igual que hace dos meses, un mes. A mí, lo ocurrido este miércoles me transportaba a épocas anteriores, muy poco fecundas.

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