Opinión

Doña Yo-Yolanda se la juega, ahora de verdad

Doña Yolanda Díaz, vicepresidenta no efectiva del Gobierno y muy efectiva, en cambio, ministra de Trabajo, se la juega. Ahora de verdad. Si “su” reforma-de-la-reforma laboral sufre un traspiés la semana próxima en el Congreso, puede que su aún no nacida plataforma política, que, a mi juicio, es uno de los proyectos más atractivos estos días para observadores y politólogos, quede varada para mucho tiempo. El tema tiene más calado de lo que parece: están en el aire, incluso, el sistema de alianzas que actualmente sostiene al Ejecutivo de Pedro Sánchez y las propias relaciones con el Govern catalán de Pere Aragonés.

Doña Yolanda, a quien los medios no muy amigos llaman “Yo-Yolanda”, por su afición a hablar de sí misma, es, a mi juicio, políticamente cabal, y poco tiene que ver con los ministros/as “podemitas” en el equipo de Sánchez: se ha desmarcado de “simplismos” de sus compañeros sobre el conflicto de Ucrania, ha evitado meteduras de pata y “ocurrencias” sobre el consumo de carne, el sexo de los juguetes o la “ley trans”. Básicamente se ha centrado en los muy importantes asuntos relacionados con su cartera, la de Trabajo. Y en este campo ha obtenido algunos éxitos relevantes, el último lograr un acuerdo entre las fuerzas sociales en torno a la “reforma laboral”. Reforma, que no derogación, que fue lo inicialmente prometido y lo que, con indudable habilidad, la señora Díaz ha hecho que casi todos olvidemos.

Yo creo que ni la oposición del PP a este proyecto del Gobierno, ni la de Esquerra Republicana de Catalunya o la de Bildu tienen, en realidad, nada que ver con el fondo del asunto. Es más: estoy a punto de aventurarme a decir que probablemente los más pugnaces en esta “batalla laboral” ni siquiera se han leído a fondo el texto en aparente litigio. Porque esta “reforma” no altera sustancialmente la que aprobó en su día el PP. Y a Esquerra parece alarmarle mucho más el ascenso de Yolanda Díaz en las simpatías de la izquierda, incluyendo la catalana, que la merma en el bienestar de los trabajadores que pudiese suponer, según sus críticos, la puesta en marcha de esta “reforma”. Y ya de lo de Bildu y el PNV, ni hablamos, claro.

A todo esto, se abre un nuevo frente ahora con la oferta de Ciudadanos -obviamente despechado con el PP por el anticipo de las elecciones en Castilla y León, lo que tampoco tiene relación con lo laboral, que se sepa- de apoyo a la “nueva” legislación en materia de trabajo. Y, como la testicular política española parece que necesita más enfrentamientos que consensos, se ha abierto otro -otro- frente interno en el Ejecutivo de Pedro Sánchez: los que aceptan de buen grado el apoyo de los “naranjas” y los que, aparentemente encabezados por doña Yolanda Díaz, tratan de sostener el apoyo de los tradicionales socios del Gobierno es decir, ERC, Bildu y PNV. No hay día casi en el que el Gobierno no aproveche la oportunidad de mostrarnos que hay dos Españas, y que ambas están, también, en el Consejo de Ministros.

A ver cómo lo arregla la “maga” doña Yolanda, que hasta ha peregrinado a Barcelona con la esperanza de ganar apoyos catalanes para el proyecto decreto “reformista” que ella y Sánchez impulsan. Si tengo que apostar, apostaría por que esto quedará en una nueva tormenta en un vaso de agua, del que saltarán sobre la mesa de la futura negociación apenas unas cuantas, inocuas, gotas. Una de esas batallas aparente sin tregua, cuartel ni perspectivas de paz que estallan, hacen ruido... y se acaban diluyendo en el olvido. ¿O no recuerda usted lo de los indultos, la renovación del Tribunal Constitucional, el nombramiento de la fiscal general del Estado y tantas otras contiendas que parecía que iban a acabar de forma casi cruenta y de las que hoy ya nadie tiene memoria? Pues eso. Que me inclino por que doña Yo-Yolanda se llevará el gato, digo la reforma, al agua. Y dentro de un año, ni acordarnos.

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