Opinión

La sonrisa de Pedro Sánchez


Nadie me podrá negar que Pedro Sánchez es un tipo con suerte: todos sus rivales, o no tan rivales, han ido cayendo y hoy es el único dirigente político que permanece de entre quienes le disputaban alguna parcela de poder cuando hace cuatro años presentó su moción de censura contra Rajoy. Al pobre don Mariano todo acabó saliéndole mal: vea, si no, lo de Cataluña. A él le declararon, cierto que durante unos segundos, la independencia. Sánchez ha visto cómo se rompían los independentistas e incluso se presenta como salvador de una de las fracciones, que es la que va a vencer, la “menos mala”, para entendernos. Dígame usted si no es un hombre afortunado.

Ver al presidente español desenvolverse en los ámbitos europeos -contemple las fotos de Praga este viernes, sin ir más lejos- cimenta la sensación de que estamos ante un personaje seguro, sin complejos, encantado de haberse conocido. Parece que a estos dirigentes europeos nuestros no parece afectarles esa advertencia de Biden de que puede producirse un Armagedon nuclear, o lo que dice el presidente del Consejo europeo, Charles Michel, de que “Rusia ha disparado un misil energético contra Europa”.

No, nadie les quita la sonrisa, y menos a Pedro Sánchez, que debe estar regocijado de lo lindo ante el desmantelamiento del independentismo de la mano de gentes tan incompetentes políticamente como Laura Borràs o Carles Puigdemont. Y, en otro orden de cosas, estoy seguro de que el presidente, que es un “killer” de tomo y lomo, ha disfrutado como pocos con la noticia del suspenso de Pablo Iglesias para adoctrinar a futuros periodistas (¡él, adoctrinando sobre periodismo!).

Bueno, puede que las encuestas a Sánchez ahora no le favorezcan mucho, pero a ver quién ríe el último. De momento, seguimos como en el patio del colegio, lanzando vídeos en los que se llama “mentiroso” al líder de la oposición, que, la verdad, es menos dado a prodigar sonrisas, y que contraataca llamando, a su vez, “mentiroso” al Gobierno. Todo ello, a cuenta de la “nueva”, o no tanto, política fiscal, que la verdad es que de tan traída y llevada, de tan falsificada por unos y por otros, se ha convertido en un enigma a la hora de dilucidar si suben o bajan los impuestos, o todo lo contrario.

A mí, la verdad, la sonrisa de Pedro Sánchez se me antoja quizá un poco impostada, incluso algo cínica, si usted quiere: no acaba de ser simpática. Pero la prodiga, porque sabe que el “Gobierno de la gente” encarnado en los ciudadanos quiere que aquel a quien pagamos y ocasionalmente votamos al menos le sonría. Aunque le mienta.

Y Sánchez puede ganar las elecciones a base de poner buena cara a los malos tiempos. Bastará con que el CIS incluya una pregunta más en sus encuestas: ¿qué sonrisa prefiere, la de Sánchez, Yolanda Díaz, Feijóo, Abascal, Belarra?

Gana Sánchez, de calle. Que se lo pregunten a Ursula von der Leyen, que le mira con arrobo de hermana mayor. Vea, vea las fotos de Praga.

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