Opinión

Esa "tercera vía" de Sánchez para seguir en Moncloa

Comienza la carrera contra el reloj. Esta va a ser la semana en la que Pedro Sánchez nos va a presentar las trescientas medidas -¿quién da más?- para entusiasmar a Podemos y para que Pablo Iglesias vote “sí” en una sesión de investidura que tendría que celebrarse, aprisa y corriendo, en algún momento de las próximas tres semanas.

Digo, sí, entusiasmar a Podemos, empresa harto difícil, y no a la ciudadanía, y menos a los partidos de la derecha, que al fin y al cabo no son quienes votarían a favor de la investidura del presidente, hoy en funciones. Buscar esa aceptación de los morados es, en definitiva, esa “tercera vía” de la que ahora habla Sánchez como método de evitar las cuartas elecciones en cuatro años: ni Gobierno de coalición con Unidas Podemos, ni otra carrera a las urnas. La consigna ahora es esa “tercera vía”, un “Gobierno de progreso”, con el PSOE en solitario, aunque pactando un programa de actuación, contenido en esas 300 medidas que este martes nos van a desvelar a bombo y platillo en lo que indudablemente es una gran operación de marketing político. Y un guiño a la izquierda en general y a los diversos nacionalismos, que sin su complicidad tampoco habrá investidura.

Claro que el pacto con Unidas Podemos no va a ser fácil. Pablo Iglesias, que ha vuelto a tropezar con la misma piedra que en 2016 -y lo volverá a hacer, porque la piedra es él mismo-, parece haberse dado cuenta del error que cometió en julio, cuando, calculando mal sus volatines, rechazó la oferta de Sánchez: una vicepresidencia (a Irene Montero) y tres ministerios a Podemos a cambio del “sí” en la investidura. Pensó Iglesias que podría obtener más, sin darse cuenta de que, en realidad, Pedro Sánchez sabía que incluirle, a él o a su partido, en el Gobierno iba a ser una pesadilla. Ahora, el secretario general de UP se vería forzado a dar el “sí” a la investidura prácticamente gratis, y eso es un sapo que, me parece, resulta muy difícil de tragar para un egocéntrico. Es una rendición en toda regla, y así lo piensa una parte importante de Podemos, mientras que otra es más realista: o tragan o mueren.

Ambos, Sánchez e Iglesias, deberían conocerse mejor, y, en cambio, están demostrando que son incapaces de entenderse. Pero tengo para mí que el primero, amparado por la buena sombra de las encuestas y por el maillot amarillo, que, como se sabe, da alas, prevé que, si hay confrontación, no solamente la ganará, sino que desarbolará a la formación morada. El presidente en funciones ha humillado casi hasta lo indecible a quien un día soñó con dar el “sorpasso” a los socialistas y controlar los principales ministerios, los servicios secretos, la televisión pública... Sánchez incluso le vetó personalmente para entrar en el Ejecutivo, dando a entender que Iglesias no es persona de fiar ni políticamente estable. Ahí queda eso: ¿y espera, tras lo ocurrido, que Iglesias, mansamente, se entusiasme ahora con esas trescientas medidas para un “Gobierno de progreso” sin él, Iglesias, que se presentaba a sí mismo como la encarnación del progreso?

Si Sánchez de verdad buscase un pacto podría, al menos, haber consultado previamente con Iglesias el tono y el tenor de esas trescientas medidas. Pero quiá: el morado se entera prácticamente por la prensa de los planes y programas del presidente en funciones, y eso, claro, le mortifica. Ya verán ustedes cómo se lanza a criticar el “programa de los trescientos puntos”. El próximo encuentro entre ambos, que quizá se posponga otra semana, casi ya en el límite del plazo para investir a Sánchez, sin duda va a estar más lleno de reproches que de camaradería y espíritu de colaboración.

En realidad, quitando el ego superlativo y la ambición, cualidades propias, supongo, de un político de raza, es muy poco lo que une a los dos personajes de los que depende nada menos que el futuro del país. Y, sin embargo, con o sin elecciones, PSOE y Unidas Podemos, que quizá no Sánchez e Iglesias -puede que este último no sobreviva mucho tiempo políticamente-, están condenados a entenderse. Ahora o en noviembre. No hay más “terceras vías”, porque un entendimiento del PSOE con el PP o Ciudadanos parece impensable. A menos, claro, que se produzca un giro copernicano en el electorado, y en este momento -en este momento, insisto, que la vida política española es una veleta- no es eso lo que nos dice la bola de cristal de los sondeos.

Te puede interesar