Opinión

"Yes, we Kam"; o sea, que sí se puede

Es todavía posible un fogonazo de ilusión en política? Claro que sí. Bueno, no hablo del secarral de esta España nuestra, sumida en la crisis política más grande que yo recuerde desde la muerte de Franco. Hablo, en este caso, de los Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, ha sumido a la vida pública de su país en una mezcla de indignidad y bravuconadas de “cow boy”. La “otra América”, que pretende derrotar al increíble esperpento en que se ha convertido el hombre más poderoso del mundo, empieza a reaccionar. Y debo reconocer que, modesto seguidor desde hace muchos años de una actualidad norteamericana que tanto nos afecta a los que antes nos llamábamos con sarcasmo “los súbditos del Imperio”, la designación de Kamala Harris como candidata demócrata a la vicepresidencia es un síntoma alentador.

El candidato demócrata a la Presidencia de EEUU, Joe Biden, tiene serias posibilidades de batir el esperpento en las elecciones del 3 de noviembre, Dios nos oiga. Demasiado mayor (78), demasiado conservador para algunos votantes demócratas, demasiado “wasp”, Biden ha acertado, en mi opinión, eligiendo a una mujer de color, con suficiente trayectoria política, mucho más joven (55) y mucho más progresista que él. Es una mujer conocida por su preocupación por las desigualdades sociales, por la pobreza, por el racismo que ha provocado una llamarada en la gran nación presidida por el reaccionario Trump, cuyas inquietudes distan mucho de la lucha por la igualdad de géneros, de razas o de seres humanos, en general.

Al conocerse la (previsible) designación de Kamala, las redes sociales se incendiaron de entusiasmo: “Yes, we Kam”, remedaron la conocida frase con la que Obama ganó la presidencia, adaptada ahora a la carismática Kamala. Sí, podemos ganar a la sinrazón ultramontana; y entonces el mundo, nuestro mundo, será algo mejor que este que Trump ha logrado emponzoñar aún más de lo que ya lo estaba.

Alguien tendría que aprender aquí del pragmatismo mostrado por Biden al incorporar a su “team” a la que ha sido su principal rival por la nominación demócrata. El partido ha cerrado filas como nunca en torno a esta mujer y a quien la designó, desde el izquierdista Sanders hasta la derrotada candidata presidencial Hillary Clinton, pasando, claro, por Barack Obama y su inmensamente popular esposa, Michelle. Ahora, lo que cuenta es la nación, no el partido ni los intereses personales.

Sí, desde luego prefiero el “yes, we can” y, ahora más, el “yes, we Kam”, a la traducción política española, usted ya me entiende. Como insignificante súbdito del Imperio -nos deberían dejar votar en las elecciones americanas, porque mucho nos conciernen-, permítanme sumarme a la “revolución Kamala”. Es casi la única esperanza que me queda de que algo mejore a finales de este 2020 verdaderamente “horribilis”.

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